miércoles, noviembre 22, 2006

Sobre los sentimientos y discentimientos

Los títulos de mis tratados o artículos (o como se disponga uno a denominarlos), así como su contenido, tienden, a veces, a la ambigüedad. En verdad no me gusta hacerme el que habla de cosas importantes, porque sería incapaz de hacerlo, sobre todo porque no tengo la más pálida idea de lo que es importante. Tenía, tengo, la intención de hablar acerca de los sentidos; el título dice sentimientos sólo para obedecer a mi debilidad hacia los juegos de palabras. Más precisamente quería hablar de los sentidos alterados, de los malestares; de ahí la palabra discentimientos; de ahí el juego de palabras.
Discentir es no estar de acuerdo, yo me atreví a torcer su significado, dado que la sonoridad de la palabra me permite jugar con el desacuerdo y con los "sentimientos", entonces, el significado que ahora yo le otorgo es el del desacuerdo de los sentidos; los sentidos alterados. (se entiende o no?)
Por qué se me ocurrió escribir acerca de los sentidos alterados? Fue, no porque me hubiese pegado una curda de aquellas, sino por uno de esos malestares pasajeros que se asemejan a una borrachera pero sin alcohol, como una borrachera abstemia, una borrachera sentimental o de los sentidos. A decir verdad, dudo que esté haciendo mucho sentido; todavía tengo la resaca y no puedo razonar muy bien, pero después de todo ¿cuándo pude?
Caminaba, pues, por la Avenida de Mayo, o por Brandsen, pensando sin pensar, sintiéndome caminar sin caminar, sentimiento inexplicable para mí de otra forma más que diciendo que estaba y no estaba al mismo tiempo. Era como llegar constantemente a un lugar desconocido abarrotado de gente desconocida, sin saber siquiera como se llegó allí o por qué razón habría de querer llegar. Creo haber dicho que no razonaba bien. Ni ayer, ni hoy, y, tal vez, ni mañana. Fueron diez, no, no sé por qué puse diez, cinco cuadras que parecieron veinte, pues mi mente suspendía de un hilo invisible que me unía quién sabe a qué; quizá a la luna, a pesar de ser de día, temprano (ey! eso significaría que tu mente estaba atada a un cuerpo celeste que se encontraba del otro lado de la Tierra, que, entonces, estaba bajo tus pies, a duras penas, admito, lo que querría decir que el hilo invisible del que hablás atravesaba la misma tierra, y, entonces no entiendo cómo colgaba tu cabeza, más bien tendría que haber estado pegada contra el suelo... si es que entendés, o tendrías que haber estado cabeza abajo más allá de la estratósfera). Martes, ¿cierto? Sí, fui a contestar un mail que me hubiese gustado contestar antes, y a escribir otro confirmando el envío de una correspondencia. Laud be thee, Lord! Mein Gott! Qué tendrá que ver todo esto con lo que iba a escribir. Mi más sincera disculpa si es que alguien es valiente como para haber llegado hasta acá. Me arrepiento de haber iniciado esto, a veces incluso de haber nacido, problemas existenciales, malestares anímicos, somáticos, pensamientos acrósticos que forman incoherencias, anacoreta reflexivo, depresivo, penitente, con sentimientos de culpa por ser incapaz de creer en sí. Y un vestido rojo en una multitud gris, efectiva y trillada imagen de quién sabe qué. Y libre relación de no pensamientos. ¡Caramba! ¡Cuánto hacía que no veía esta plaza, este amigo, este borracho, esta idea, esta musa, este dios! Y los largos caminos se extienden así hacia el sinsentido del inconciente. Y Freud se caga de risa mientras le mete la mano a su madre en la entrepierna. ¡LA PUTA QUE VALE LA PENA ESTAR VIVO!

1 comentario:

Franky dijo...

Facundo Ezequiel:
¡Que difícil se me hace tomar una actitud distinta con usted!
No creo que sea por arrogancia, porque no me considero ni superior o mejor que usted, todo lo contrario, tengo una tendencia depresiva que me hace sentir inferior al resto. Pero sí creo que por sus capacidades me molesto de que hiciera comentarios tan soberbios.
Creo que somos muy parecidos en carácter, pero como bien indica usted, son nuestras formas de ver las cosas las opuestas.
La propuesta de una relativa amistad creo que sería viable sólo cuando entendamos: que no es que yo lo malinterpreto, simplemente lo veo de una forma distinta a como se ve a sí mismo, y que no por eso uno está equivocado mientras el otro guarda la razón.