viernes, abril 27, 2007

Sueño

Soñé que me aterraba un feto que se desperezaba delante de mis ojos para convertirse en mi viejo perro agonizante.

El Cine y la Vida

Todos habremos notado que en el cine todo es más fácil. Y cuando digo en el cine quiero decir en las películas (tuve algunas experiencias un tanto complicadas en el cine pero poco se relacionan con las películas). La gente nunca se paraliza frente a un arma cargada, los enamorados siempre acaban juntos (je je) y los perros hablan. Si no pasaron mucho tiempo consumiendo pochoclo su cerebro aún podrá darse cuenta de que esto sucede casi de manera totalmente opuesta en la vida real; quiero decir: la gente se mea en los pantalones frente a un arma cargada, los enamorados ni se juntan y los perros... te mean la pata de la silla. Otro tema que en el cine está tergiversado es el tiempo. Difícilmente veamos a Bruce Willis tomándose veinte minutos de película para "limpiar las tuberías", o a Franchela pensándose dos veces el estúpido chiste antes de largarlo irresponsablemente al mundo de los 24 (o 28 o cuantos sean) cuadros por segundo. Claro que el mundo sería más sencillo si no tuviésemos que ir al baño, aunque también no leeríamos tanto; sería más fácil, también, saber que todos nuestros momentos memorables se repetirían con solo volver a enrollar la cinta y pasarla por el proyector. Pero bueno, en un futuro o muy lejano, para quienes vengan después de nosotros, seremos un conjunto de pedorras grabaciones caseras; seremos gente que vivía para soplar las velas, siempre sonrientes, excepto cuando tenía sexo... nunca bueno.

lunes, abril 23, 2007

L'Amour

Cuando hablamos del Amor, casi siempre, como cuando se habla de política o de religión, se entra en una discusión sin fin. Algunos afirman que el Amor es la cosa más sencilla y hermosa que puede sentir el ser humano; otros dicen que es la cosa más complicada, dolorosa e incomprensible que se pueda sentir; unos cuantos renegados dicen que el Amor no existe. A veces aparecen subgrupos o combinaciones como por ejemplo podría aparecer uno que diga que el Amor es sencillo, doloroso y hermoso; aunque, por lo general, cuando aparece alguien que dice esto es porque pertenece al cerrado grupo de los Sadomasoquistas.
Sea cual sea la opinión que uno guarda del Amor siempre será capaz de encontrar la persona que tenga la opinión diametralmente opuesta: uno dice que el Amor no existe, el otro dice que todo es Amor, que estamos hechos de Amor... Sobre todas las cosas este tema causa confusión. La ciencia trata de ver al Amor como una suerte de impulsos eléctricos en el cerebro causados por diferentes hormonas expulsadas por la pareja que serían las indicantes del grado de compatibilidad entre los dos seres correspondientes... o los tres o cuatro, según como venga el ping pong de hormonas en esta mesa de infinidad de contrincantes...
No me pregunten por qué, pero el otro día estaba sentado en una plaza, dibujando, descansando un poco la mente, salvaguardándome del sol que me mordía el cráneo... mirando una muchacha bastante bonita (prometo decepcionarlos: no habrá ni saliva ni caricias ni erecciones) y esto me obligó a pensar... desvariar... como sea, mi mente empezó a relacionar elementos probablemente imposibles de relacionar. Miré a la chica. Miré el entorno. Miré a la chica: tenía una buena cara. Miré los árboles como autistas meciéndose con el viento. Miré a la muchacha nuevamente... ejem... hay que prohibir que las mujeres tomen helado en palito. Miré detrás: había una zona perimetrada por las cintas blancas y rojas de "peligro" que se ponen cuando están reparando una calle o cuando juntan pedacitos de cadáveres. Miré a la chica, lará-lará-lará, tenía una blusa entre verde y celeste. Miré a las cintas que con el viento vibraban como si fueran enormes cuerdas de guitarra. Pum: idea. Miré a la muchachita para satisfacer mis sentidos una vez más. Las relaciones humanas son como cuerdas vibrantes; cuando las cuerdas están más flojas las vibraciones son más amplias y más lentas, el sonido de la cuerda, así como el trato entre las personas, se hace más grave, más solemne y lejano; pero cuando las cuerdas se tensionan, se agudiza el sonido, como también la relación, cada uno de los cambios en este estado es muy delicado, como en los trastes de la guitarra se van haciendo cada vez más cortos los intervalos y cada nota es más delicada que la otra dificultando diferenciar los límites cada vez más. Si la tensión crece demasiado la cuerda se puede romper. Entonces, el límite entre la profunda conexión entre las personas y el completo distanciamiento es mínimo; el límite entre el Amor y el Odio es así y es casi imposible conocerlo con exactitud. En ese momento el Amor para mí era sencillo, complicado, comprensible e incomprensible, hermoso y doloroso. Ya creía que me estaba enamorando. Entonces volví en mí y vi que la chica de hermosas facciones, de blusa entre verde y celeste, ya se alejaba lejos lejos y quizás nunca la volvería a ver. El Amor ya no existía, se lo había llevado aquel ser etéreo de forma femenina... como si esto no me hubiese pasado mil setecientas veces antes. Para mis adentros, con una sonrisa en la cara, me maldije y seguí dibujando.

lunes, abril 16, 2007

Sobre las religiones II

Me enerva la malinterpretación que suelen dar los cristianos a la intención filosófica de intentar explicar todo. Parece ser que su teología es, para ellos, única fuente de conocimientos disponible, y todo aquello que no se atenga a ella es demoníaco; una amenaza para su raza de crédulos.
Sí, definitivamente será una amenaza. Cuando se mantiene la cabeza cerrada durante mucho tiempo, el atisbar la mínima perspectiva de un mundo mayor, más amplio, será la cosa más aterradora y, aun así, a pesar de sus prédicas no se atreven a mirar.
El párroco se postra frente a la multitud de viejas cluecas con su frente bañada en sudor, cada tanto se pasa amablemente —¿lo haría de otra forma?— un paño por la cara, secándose el sudor. Gesticula con vehemencia clerical y articula unas palabras tan estudiadas y tan conocidas que debe hacer uso de toda su voz para que la vieja del fondo escuche. Pero, ¿qué es lo que el cura está diciendo?
—¡Oh, nos cruzamos con muchas piedras, muchas dificultades, muchas tentaciones en nuestro camino!, ¿no es así?, ¡nos enfrentamos al demonio a cada paso, le damos la espalda con dificultad y avanzamos otro paso hacia Dios! ¡Porque Dios es bueno! ¡Dios, el Señor, nos guía y nos lleva a su Reino! ¡Dios nos quiere!...
Así habla el hombre estacado a su cruz particular. Pero, ¿si el camino más difícil es el que lleva al Cielo, como suelen decir, por qué no pueden dar ese paso, por qué no pueden enfrentar sus creencias más arraigadas? A mi parecer ese sería el paso supremo hacia Dios. Animarse a enfrentar los miedos más profundos: ¿y si no hay Dios?

Advenimiento de la Incertidumbre

La mayor parte del tiempo soy un tipo taciturno, meditabundo, callado como de muerte, pero cuando una cuestión, por lo general de incomprensión por parte de los otros, me excita la conciencia, termino monologueando de forma tan vivaz que llego a asustarme al oírme cada tanto. Por lo general uso de excusa a ese oyente para satisfacer mis ansias de exteriorizar mi razonamiento, silencioso incluso para mí. Muchas veces, al hablar, me encuentro diciendo cosas que jamás creí pensar, como si otro yo me dictara las palabras. Por lo general ese otro yo es más inteligente que el yo consciente y me asombra su frío razonamiento porque no solo es frío sino que también es caluroso, apasionado, y, a veces, realmente hermoso. Con esto no pretendo exaltar mis cualidades. No. Quizás pretenda ser una especie de súbdito del inconsciente, pues tantas satisfacciones me trajo. De todas formas no creo ni pretendo que éste me domine por completo. Supongo que detrás de esa falta de dejadez, de arrojo a la suerte del inconsciente, se oculta un miedo inconfesado (inconfesable) por el advenimiento de la incertidumbre.

Diskette

La diskettera de esta puta máquina no funca. Me pregunto cuándo la van a arreglar...

lunes, abril 09, 2007

Sobre las Pseudociencias (Carta no publicada)

Cierta vez, en la revista Ñ, se generó un debate en torno a las opiniones de Mario Bunge que trataba a la psicología como una pseudociencia y no como una verdadera ciencia. Todos los "intelectualitos" escribían tonterías ofuscados con respecto a la humilde opinión del señor Bunge. Mi respuesta a ese comportamiento fue una sincera carta que, a causa de su carácter de sinceridad (y extensión), obviamente, jamás fue publicada.

SOBRE LAS PSEUDOCIENCIAS
(Breve refutación de las ciencias)
por.
Facundo Ezequiel

Gente de Eñe (lo pongo así porque se me dificulta decir Ñ, estando esta letra inconexa a una vocal):
He sentido una grata sorpresa al ver que se disputaba, casi infantilmente, en vuestro correo de lectores, el punto de vista del señor Bunge ante lo que, un poco graciosamente, denominó pseudociencias. Está claro que un punto de vista (cualquiera), llevado con vehemencia hasta las últimas instancias del razonamiento lógico, es irrefutable (tengo la seguridad de que todo contiene tanta verdad como tanta mentira, dependiendo de quien lo mira). Es irrefutable por lo mismo que es irrefutable nuestro carácter innato, es decir, nuestra personalidad, nuestra peculiar forma de ver el mundo, la "vida".
Conocemos los hechos, los fenómenos, lo que la ciencia hace es un proceso deshilvanante, regresivo, sobre estos fenómenos, intentando averiguar las causas generadoras de los mismos; un verdadero acto detectivesco, muchas veces fundado sobre falsas pistas, sobre débiles cimientos, incapaces de sostener los hechos que deberían sostener, es decir, fundado sobre -quizás les parezca arbitrario- meras suposiciones. La psicología me parece que fue el principal blanco de los "pseudoataques" de Mario (creo, a esta altura, estamos en confianza) porque es la pseudociencia más sencilla de tirar abajo, por el simple hecho de estar basada, un poco bastante, en la soberbia de un hombre que cree "descifrar" a otro hombre -o incluso a él mismo- por su historia personal, sus recuerdos, etc. Esta soberbia es convertida en ciencia, quién sabe, tal vez por la incapacidad de ver más allá de lo acontecido, que muchas veces no es lo ocurrido en nuestro "mundo personal", en lo cognitivo; nunca será exacta, como nunca lo será nada de lo que requiera una interpretación afrontada desde la inteligencia, que nunca es igual en todos y, lo que es peor, si nos limitamos a una inteligencia (sea, metódicamente hablando, la de Freud, Lacan, Jung o quien sea) estamos eliminando la nuestra, siguiendo la arbitrariedad del pensamiento ajeno. No quiero dañar susceptibilidades, ni adhiero a la opinión de nadie, pero me parece que la psicología no es lo que se pretende, no es el desentrañamiento del alma, al menos no es un método infalible, y me parece que nunca lo será; el ser humano está lejos de aceptar que hay un poco de ridículo en el deseo de obtener ciertas respuestas, bah, en el hecho de ciertas preguntas... No tiene sentido decir que la tierra gira alrededor del sol cuando la tierra gira alrededor del sol. Las cosas son como son.

Me disculpo sinceramente por mi peculiar forma de pensar.
Atentamente, su lector:
Facundo Ezequiel
(tel. 4651-****)

P.D.: Lo que me parecía merecer aclaración era el hecho de que TODA ciencia es (TODO razonamiento lógico, metódico, deviene en) una pseudociencia, si es que decimos que ciencia es un "modo de conocimiento metódico que aspira a formular, de manera rigurosa, las leyes por medio de las cuales se rigen los fenómenos" (según el diccionario). Me parece que la aparente certeza con la que los métodos científicos se han manejado es un tanto relativa, ¿o acaso no se adaptan las ciencias, no evolucionan, según nuevos conocimientos, invalidando a veces conceptos anteriores considerados reales, innegables, por esas mismas ciencias? Después de todo siempre hallaremos un nuevo acercamiento ante cualquier cosa, por más mínima, intranscendental e insignificante que sea, eso, si la miramos un buen rato.
P.D.2: De ser esta carta publicada siéntanse libres de cortar donde quieran (imagino querrán cortar todo en pequeños pedazos y dárselo a los perros, pero... ah... las maravillas del e-mail), pues el pensamiento expuesto es, por su naturaleza, auto-refutado, por lo que la existencia de sus (anti?) ideas siendo de una regular inutilidad, serán, consecuentemente, dispensables. (No llego al extremo de decir impublicables ya que he visto en su revista numerosos artículos, cartas y columnas con una sospechosa cualidad "ilegible" —o de inmerecida lectura).

Cuento y robo

Por. Facundo Ezequiel

Estaba tan empedo que no podía lavarme la cara; el jabón se me caía de las manos. Sin embargo era uno de esos pedos sobrios en los que casi no reconocés tu cara en el espejo y te pinta por escupir barbaridades a las mujeres que te parecen atractivas. La sinceridad ante todo. Te partiría la boca de un pijazo, diría un gran poeta.
Salí del baño y le pedí una hamburguesa completa y otra cerveza. Me quedé esperando en el mismo lugar. Cuando empezaba a bajonearme el tipo puso la hamburguesa y la cerveza sobre el mostrador y me cobró. Felizmente me fui a mi mesa. Comí y tomé hasta que empecé a pensar en lo deprimente que era comer en un lugar donde el suelo es de piedra, de piedras sueltas, como de plaza de estacionamiento de complejo deportivo cubierto por mediasombra. Pero mi amigo que me acompañaba no me dio tiempo de deprimirme mientras me preguntaba por las razones de mi último relato.
—¿Por qué es el protagonista un comunista hipócrita? —me preguntó con cierta desconfianza; quizás sintiéndose aludido.
—Por ninguna razón en particular.
—¿Por qué su hermano es taxista? —volvió a preguntar.
—Pura inspiración divina —le volví a contestar.
—¿Y por qué...? —empezó a preguntar.
—Porque se me cantó las santísimas pelotas —dije yo muy calmado—. Porque era lo más sensato y era lo que me parecía que causaría el mayor efecto emocional en los lectores, aunque fuesen solo dos: vos y el Turco.
Se calló.
Terminé de comer y de tomar y sin pedir el consentimiento de mi amiguito rojo me levanté, me fui al bar de enfrente, donde la bebida era más barata y las mujeres gratis.
Entré como entraban en los grandes westerns los salvajes protagonistas. Pegué una ojeada panorámica y vi lo desastroso del lugar, y lo asesino de las minifaldas. Casi me acabo encima.
Hice unos pasos al estilo John Wayne y pegué una mirada a la forma de Clint Eastwood al tipo de la barra.
—Una cerveza —dije—... en un vaso sucio.
El tipo no entendió el chiste y se me quedó mirando. Le hice una sonrisa para que entendiera que se trataba de una broma pero creo que entendió cualquier cosa porque la cerveza me la dio de mala gana. Así que de mala gana le di mi plata también.
Contagiado por la energía del momento, así, como con mala gana, me acerqué a la mina más buena y que parecía estar más sola en ese lugar.
—Que música de mierda, ¿no? —dije, haciendo referencia a la música que sonaba en el tocadiscos de un peso los dos temas.
—La puse yo —me contestó, mirándome con cara de "forro andá a cagar". Me eché a reír a carcajadas como un loco. Ella tampoco entendió el chiste y me miró con cara de culo.
—No hay razón para enojarse, nena —dije yo sin mirarla, mientras sacaba de mi campera un atado de cigarrillos a lo Humphrey Bogart y me prendía uno. Le ofrecí uno. Ella aceptó. Por lo visto no tenía tan mal sentido del humor. Ya estaba servida.
—Me hacés acordar a alguien —agregué.
—Probablemente a la Madre Teresa de Calcuta, ¿no?, me lo dicen seguido —dijo ella.
Yo me sorprendí por su broma y me reí a carcajadas que no pude aguantar, echándole todo el humo que había tragado en la cara. Ella entrecerró los ojos y esbozó una leve sonrisa. Era una sonrisa aprobatoria.
—Me vas a decir tu nombre —pregunté.
—No antes de escuchar el tuyo —me dijo ella.
Ahí fue que noté que la guacha echaba fuego.
—Facundo —respondí con orgullo no correspondido.
—Ludmila —dijo con gracia divina.
—Un nombre digno de una princesa...
—O de alguien que tiene hambres.
—¿Hambres? Mmm... ¿Tengo yo el alimento necesario?
—Puede ser...
—¿Y cómo podemos averiguarlo?
—Seguime... —Ella sonrió y con su forma de andar tan femenina me guió probablemente a una trampa donde me robarían hasta los zapatos. Pero una mujer así bien vale el riesgo irreflexivo.
La seguí sin preguntar por varias calles oscuras y faltas de estética urbana contemporánea. Llegamos al final a un chalet venido a menos en el que la pintura caída era lo que en mejor estado estaba. El jardín delantero era una mierda con yuyos de un metro de alto y el frente estaba comido por la humedad que ennegrecía todo. Al parecer era una especie de casa tomada. La seguí dentro y subimos unas escaleras hasta el piso superior donde un pasillo dejaba ver cuatro puertas. Entramos en la última de la derecha donde había solo un colchón viejo, sucio y húmedo. Ella se empezó a sacar la ropa. Esperé hasta que quedara con la parte de arriba desnuda al menos para empezar a sacarme la mía; al menos para poder ver esas tetas gloriosas; eran tetas dignas de enciclopedia. Rápidamente me saqué la campera y la remera. Ella ya se estaba sacando el pantalón y yo ya la tenía más dura que una piedra; en cuanto me desabrochara el jean saltaría mi enhiento amiguito a saludar.
—Esperá —me dijo ella al verme a punto de desabrocharme el pantalón—. Esta parte me gusta hacerla a mí.
La pija se me puso todavía más dura. Estaba a punto de explotar. La muy puta se puso de rodillas frente a mí e hizo lo que yo estaba a punto de hacer: me desabrochó el pantalón, me lo bajó y dejó al descubierto mi pulsante verga. Ella la agarró con una mano y con la otra me agarró por las pelotas, creo que la sorpresa fue lo que me impidió acabar al instante. Me la sacudía con la mano y con la boca me la chupaba con furia, como si de eso dependiera su vida. Y pensé: «quizás de eso sí dependa su vida...».
Hizó a un lado la bombacha, sin siquiera sacársela, y manipulando mi porongo se lo metió con todo el cariño del mundo. Los dos empezamos a bombear desesperadamente como dos marineros que se hunden en medio del mar. Transpiré la gota gorda mientras intentaba hacerla acabar. Finalmente se vino y yo me rendí a ese pequeño vacío blanco.
Cuando estaba dispuesto a vestirme nuevamente, dos tipos negros, feos, del tipo muscular heladera, entraron a la habitación y en un abrir y cerrar de ojos me dejaron en bolas (es un decir, puesto que ya estaba en bolas); me robaron absolutamente todo lo que tenía. Me cagaron a trompadas, por las dudas, supongo, y así como vinieron se fueron pero con mis cosas. La puta traicionera se cambió rápidamente.
—Estuviste bien..., perdón; quizás en otra ocasión será... —me dijo ella mientras se iba con su lindo culo tambaleando. Yo sonreí para ella y ella para mí; tenía la esperanza de encontrarnos en una situación más propicia, más adelante... pero lo que era entonces... Me tiré a descanzar; más bien, me desmayé.
Otro día sería.

martes, abril 03, 2007

Verdad y Estética

Sabemos muchas cosas; sabemos que la fuerza gravitacional es la que nos mantiene con los pies sobre la tierra a pesar de estar girando a una velocidad que podría considerarse vertiginosa, haciendo caso omiso a otro hecho que conocemos: la fuerza centrífuga. Sin embargo, las contradicciones, o aparentes contradicciones, son perfectamente explicables a través de la lógica; de hecho, todos los conocimientos adquiridos de forma no inmediata, es decir, que no adquirimos a través de los sentidos, son formas de la lógica; son formas de intentar explicar ciertos fenómenos sensibles para que tengan perfecto sentido -valga la redundancia- ante nuestras mentes.
La Tierra es plana y es el centro del Universo; el Cielo y en Infierno se disputan este plano estando el uno arriba y el otro abajo respectivamente; eso, mientras la lógica de las teorías teológicas estén en boga. Hoy en día el poder de la Iglesia se ha divergido y no rige de forma totalitaria las ciencias como fuera en la sociedad de antaño. La sociedad actual ha dejado de ver la explicación lógica de la Iglesia como un hecho concreto sino que ha pasado a verla como una representación poética del mundo que conocemos (o de la forma que lo conocemos). Sin embargo, de vez en cuando, la desesperación de la Iglesia es tal que aún se aferran a ciertas ideas que, de acuerdo con los avances lógicos actuales, podrían ser vistas como signos de idiotez, de locura o de decadencia (quizás los tres juntos).La lógica actual está regida por la ciencia; quizás una forma menos hipócrita de afrontar el mundo, puesto que acepta las antítesis y las síntesis; una forma menos conflictiva de afrontar las diferentes visiones del mundo y conciliarlas de manera que nos aseguremos un equilibrio mayor entre los individuos y/o grupos ideológicos varios.
Una persona que hoy en día persiga los ideales Nazi no podría ser coherente en su discurso si se empecinara en hablar de una Raza Superior o Raza Aria, al menos no si se considera un individuo de razón lógica. Claro que ningún ser humano, ni un solo individuo de la raza humana podría ser considerado en su totalidad como un ser de naturaleza lógica. Todos nos regimos en última instancia por una irracionalidad totalmente injustificada basada en un personal sentido de la estética que condicionará a grandes rasgos lo que aceptemos o no como Verdadero. El nacionalista siente bello un pedazo delimitado de tierra; el anti semita se siente amenazado por la fealdad que siente en la avaricia caricaturesca de los judíos; el mártir encuentra la Belleza en el supuesto sacrificio por su raza o sus creencias religiosas; el artista aspira a crear una obra que canalice todo aquello que siente sublime. Ahora me gustaría que me digan realmente; ¿cuál es el factor común de todos estos individuos? Pues, simplemente el sentimiento, la percepción de lo bello, aunque cada uno muy probablemente, discutiendo este sentimiento compartido, se encuentren en un conflicto enorme, dada la escala de valores que cada uno de estos sujetos otorga a sus acciones, palabras o pensamientos y que es gobernada únicamente por los elementos que percibe como bellos, por el deseo de conservación de ellos. Claro que es obvio suponer que no son los meros objetos los que hacen al individuo delirar de algarabía en su interior, los que causan ese deseo de gritar de felicidad, sino que la Belleza misma es lo que provoca ese sentimiento, el mismísimo ideal de Belleza lo causa. Y definir ese ideal de Belleza sería la tarea más imposible -y quizás pretenciosa- de realizar en un tratado tan breve como éste. Así que, debido al carácter abstracto de la misma, y de la extensa pesadez que implicaría en este momento realizar el profundo viaje interior que la explicara, dejo esta tarea inconclusa, esperando que alguien más la explique por mí o que sea comprendida a través del monólogo o que, en un futuro no muy lejano, simplemente se me ocurra concluir este tratado, confluyendo todas las palabras y construcciones verbales que, según la más pura lógica, expliquen la Belleza.