lunes, diciembre 26, 2011

Gato salvaje (o Infelis Silvestris)


por. Facundo Ezequiel

Esta gente
adoradora de sus propios sonidos
enciende mis motores cínicos
los pone a funcionar
con sus discursos fósiles de alto octanaje
y carcajeo
y acelero
pero nunca llego
al otro lado
del horizonte
y me siento como una caricatura
repitiendo siempre
el mismo fondo,
persiguiendo
a esa rata
que no se deja
atrapar.
Soy un gato salvaje,
entrenado para
fracasar.

jueves, noviembre 17, 2011

El detective borracho (FRAGMENTO)


Este es un fragmento de un cuento inacabado, una historia de detectives y deducciones que parecen mágicas antes de ser explicadas, donde abunda el alcohol, los cigarrillos, las mujeres rápidas y los caballos lentos, y aunque parece sonar de fondo una buena música jazz, sería más probable que se oiga un reggaeton o una cumbia villera, ya que esta historia está escrita en nuestra era, una era patética como cualquier otra, pero con una estética menos inteligente que otras que preferiría no se olviden. Los criminales comunes no usan sombrero, pero sí gorras ajustadas a la nuca y tartamudean una jeringoza que nunca me animaría a reproducir. Sin embargo nada de eso se ve en este fragmento, solo podemos ver al detective borracho, Bartolomeo, un ciudadano común con una para nada despreciable capacidad de observación cuyo único combustible para su motor de vida es el alcohol, y el oficial encargado de reclutarlo, cuyo nombre hasta la fecha desconozco, el cual detesta a nuestro despreciable detective borracho y se ocupa de anotar sus hazañas "à la Watson". Yo lo encuentro estimulante, no sé ustedes.

F.

 


Después de cuatro años sin sobresaltos, cuando pensaba con alivio que no lo volvería a ver, un caso difícil me llevó de vuelta a su habitación. El lugar era una porquería, se mantenía más o menos igual que cuando lo conocí, alrededor de diez años antes; la ropa estaba tirada por el suelo, al igual que una cantidad innumerable de botellas vacías de todo tipo (excepto de agua) y una densa capa de polvo, cenicienta, aterciopelada, lo cubría todo. Nunca vi un lugar tan asquerosamente sucio como ese.
La puerta estaba abierta, así que sabía que había estado tomando toda la noche y que probablemente lo encontraría en un estupor de imbecilidad como sólo él podía tener.
Estaba tirado en la cama y no había forma de saber si me estaba viendo o si estaba dormido, en su estado era casi lo mismo, pero por mera formalidad hablé:
—Señor Bartolomeo...
—mmm
Odiaba que lo llamara por su nombre; el gemido era claramente una señal de vigilia.
—Señor Bartolomeo Diego...
—mmnm...
Se revolvió en la cama y se cubrió la cabeza con la almohada. Aunque la luz apenas entraba por una persiana rota, podía imaginarme las sábanas sucias, duras de costras de semen seco. ¿Las putas se acercarían a este tipo, eran capaces de trabajar en estas condiciones infrahumanas?
—Señor BARTOLOMEO DIEGO BATTAGLIA...
—ptqtprióo...
—¡PUTA QUE TE ESTOY HABLANDO CARAJO! LEVANTATE DE AHÍ HIJO DE PUTA, LEVANTATE, LEVANTATE...
—...dejameee doorrmiiiir...
A veces hay que ponerse duro en mi trabajo, o si no no se obtienen resultados. Necesitaba una pequeña sacudida para ponerse atento, así que lo sacudí un poco; le puse un pie en el estómago hasta que empezó a escucharme un poco más. Estaba pálido, parecía que no había salido de su habitación en semanas.
—Sacame tu sucia pata, rati del culo —gimió.
—¿Vas a escucharme?
—Voy a vomitar...
No tenía razón para no creerle. Levanté el pie y se levantó como un resorte, de igual manera se balanceó al pararse, y salió corriendo al baño. Escuché los salpicones, al parecer no le embocó del todo al inodoro.
—¡Lavate la boca antes de volver, por favor!
Tiré sobre la cama la ropa acumulada en la única silla de la pieza y me senté a esperar. Tiró la cadena, abrió el grifo y se hizo unos buches en la pila del baño. Soltó aire por la boca con un sonido horrible, como si le doliera, y tosió. Cuando volvió y se me acercó lo pude ver un poco mejor, es decir, más nítidamente, porque de aspecto se veía realmente mal. La primera reacción que tuve fue la de pensar “¿cómo este tipo podría ayudar en algo, mucho menos en una investigación policial seria?”, pero el pensamiento no duró mucho; ya había cometido el error de pensarlo un par de veces antes y terminé por verme obligado a tragarme mi orgullo cuando me demostró todo lo contrario. A diferencia de lo que cualquier persona decente pudiese creer al verlo ese borracho asqueroso realmente podía pensar.
—¿Qué mierda querés? —dijo.
No había forma de que sintiese un poco de cariño por ese ser, ¿quién podría?
—Mirá vago de porquería, necesitás plata y yo necesito tu colaboración. Ahora se vienen las elecciones y el Estado está dispuesto a pagarle a cualquier vago hijo de puta con tal de conseguir lo que quiere, esta vez te toca a vos. ¿De qué vivís? ¿De dónde sacás la plata para pagarte todo ese alcohol?
—Le leo la borra a las viejas y ellas aprecian mi don.
Se me hacía el gracioso. No había nada más molesto que este borracho cuando se hacía el vivo. Lo único claro era que nos odiábamos mutuamente y que estaríamos mucho mejor si no tuviésemos que volver a vernos nunca más, por eso los dos estábamos un poco alterados por este inesperado reencuentro. Lo que menos necesitaba era su sarcasmo, pero nuestro roce tenía que mantenerse en eso, un simple roce; si chocábamos el muy hijo de puta podía cagarme de verdad. Aunque no me gustara tenía que hacerle caso a los de arriba y ellos me pidieron que consiga la ayuda de este tipo.
—Bueno, supongo que unas cuantas viejas con sus pensiones de mierda te pagan el alquiler y un poco de vino barato y cerveza, pero en esta porquería de barrio ¿cuánto le podés sacar a las viejas?
—Ey, no soy ambicioso, no quiero más de lo que gasto, soy una persona de bien, soy un monje vidente —el hijo de puta sonreía.
—Hace cuánto que no tomás whiskey.
Lo tenía agarrado, vi como los ojos le brillaban. El cerebro se le había activado, sabía que con la promesa del whiskey podía disponer de la habilidad de este borracho.
Sonrió un segundo y luego hizo esa mueca odiosa.
—¿Cómo está la secretaria? ¿Está cediendo, te está dando bola? —dijo, y las palabras me atravezaron como una daga de hielo. Sabía que era uno de sus estúpidos trucos, ¿pero cómo carajo hacía? Era verdad que estaba intentando agradarle a una secretaria del juzgado, donde me habían llevado mis asuntos últimamente, era imposible que él lo supiera, pero la impresión que causaba este borracho con sus afirmaciones le hacía a uno olvidar que no era sino un ejercicio de observación. También le hacía a uno pensar qué otras cosas podría estar viendo y no exteriorizaba. En esos momentos uno temblaba.
—¿Cómo...?
—Es bastante obvio. Tenés perfume, los tipos como vos no usan perfume, cuanto mucho se ponen colonia.
—Eso no explica nada.
—Eso dice que andás atrás de una mina, porque aunque todos los ratis son putos, algunos prefieren andar con mujeres.
—Puta tu hermana. ¿Y por qué decís secretaria?
—Al principio me tentó la idea de decir recepcionista, pero no muchas recepcionistas usan sellos.
—¿Sellos?
—Sí, la marca en tu codo izquierdo es tinta de un sello, sobre el cual te apoyaste accidentalmente al reclinarte sobre el escritorio en una pose ridícula de ganador, y uno creería que, siendo un policía, intentaste levantarte a la policía de la recepción de la comisaría, pero aunque la marca que dejó el sello es fraccionaria, es fácil reconocerlo como el que usa en el juzgado aquella secretaria rubia.
—¿Rubia? ¿Cómo sabés que es rubia?
—No lo sabía con certeza, era más bien una suposición, pero en los tipos sin clase como vos es bastante común y ahora sé que tengo razón. Igual es teñida.
—Ahí sí que estás mintiendo.
Empezó a reírse, se dio vuelta dramáticamente y después dijo:
—Se llama Franca, y ese es un nombre ridículo para una mujer teñida que se hace la difícil, aunque es obvio que está entregada.
Otra vez me había dejado helado.
—...
—Bueno, todo esto demuestra que como policía son un verdadero fracaso —me dijo—. No podés ni siquiera atrapar a un simple ladrón.
De uno de sus bolsillos sacó una tarjeta que agitó frente a mi cara. No entendía nada. Se la saqué de la mano y leí lo que tenía impreso. Era la tarjeta personal de la secretaria. No pude hacer nada más que echarme a reír.
—Otra vez caí en tus estúpidos trucos —dije—. ¿Cuándo me la sacaste?
—Cuando me sacudiste.
—¿Y todo eso de que es rubia teñida?
—En la misma manga que tenés la marca del sello tenés un pelo largo rubio de raíz oscura. Tan simple como eso.
Hizo una pausa y agregó:
—Quiero un verdadero whiskey, uno de esos de etiquetas de colores que valen lo que un sueldo tuyo.
—Vas a tenerlo, pero primero quiero algunos resultados.
—Me quedé sin vino y no puedo pensar así.
—Ok. Yo no almorcé todavía, vamos, te invito un vino y mientras escuchás lo que tengo que decirte.
—Ahora sí estás hablando.




Pedí una botella de tinto y unos tostados y jugo de naranja. Él estaba despatarrado en la silla de forma desvergonzada, pero yo no podía evitar sentirme incómodo al ser visto en su compañía.
—El borracho soy yo —dijo—, pero creo que el vino te vendría mejor a vos.
—Yo no tomo.
—A eso mismo me refiero. ¿Los policías sólo toman cocaína?
—No empecemos con la boludez, mejor callate.
—Vamos... Tratame bien si no querés que papi te rete.
—No me rompas las bolas, pelotudito, sabés muy bien que te puedo cagar a trompadas.
—¡Opa! Che, negro, ¿qué te anda pasando? Pensé que me querías...
—Sí, te quiero romper el orto.
—Ah, mi amor, todo tiene su precio, nadie mejor que vos para entenderlo.
Por suerte no tardó en llegar el mozo con nuestras cosas. Le llenó una copa de vino y por un par de segundos, mientras el alcohol le bajaba por la garganta, se mantuvo callado.
—Bueno, te cuento de qué se trata la cosa. —Abrí los tostados y les puse mayonesa.
—¿Va a ser muy larga la explicación? Esta botella no va a durar mucho.
—Dedicate a escuchar y tal vez te tomes una segunda.
—Okey.




martes, octubre 25, 2011

Ex poeta


por. Facundo Ezequiel

Yo me creía un poeta
cuando estaba enamorado
y citaba a Rubén Darío
y leía la balada desesperada
sumido en el vino de Baudelaire

Me creía que era el único
que podía morir de amor
y que bailaba con la muerte
y que disfrutaba con su peste
masticando un cigarrillo

Desde entonces nada es claro
ya no estoy enamorado
ya no existen los poetas
ni las palabras valen tanto
ni la muerte tiene impacto

De vez en cuando escribo algo
para burlarme del pasado
y del presente de esa mujer
que una vez hube amado
y ahora no es más que una cueva oscura
piedra fría y húmeda
con solo
una gran
entrada
y
sin
salida

jueves, septiembre 15, 2011

motor oil dogs


by. facundo ezequiel

motor oil dogs
those dirty old cocks
drove through america
mumbling hysterical
young dumb business
trying to impress
just a little girl

they never knew
that in that stew
noone comes clean
whatever the means
it’s really a pity
in the nitty gritty
ground is the peak

sheena warned them
doodled with a pen
drew three hanged men
each had his stem
cutted from the roots
and bleeded black soot
they didn’t listened

motor oil dogs
dying on the rocks
drying like wet clothes
not even close
to a happy ending
so it’s pending
the final line

of this poem

sábado, agosto 13, 2011

Quién sos vos que yo soy?

por. Facundo Ezequiel

Quién sos vos que yo soy?
Quién?
Quién el otro que se mira a mis ojos?
Quién?
Quién el que se encorva al andar y habla de enderezar?
Quién?
Quién el que lee estas palabras cuando la hoja aún está en blanco?
Quién?
Quién la persona que más me sabe amar y me desprecia como nadie jamás lo hará?
Quién?
Quién el de pálidos tesoros y largos inviernos, reticente de compartir las primaveras y temeroso?
Quién?
Quién el que se sienta en mi silla y se come mis comidas y se va, dejándome siempre con hambre y una cuenta, sin darme las gracias?
Quién?
Quién la persona inteligente de puños cerrados que labra la tierra con épicas trompadas?
Quién?
Quién el que lamenta el pasado, sufre el futuro y niega el presente?
Quién?
Quién sos vos que soy yo?
Quién?

miércoles, junio 08, 2011

Igual los van a echar

por. Facundo Ezequiel

Esto no es una apertura
hacia mi alma :
el viento es leve
y gélido el frío.
Mientras pego etiquetas
y la ceniza cae afuera,
en algún lugar,
supongo,
hay rastros de vida —
pero no
acá.
Solo en el comedor
viendo las almas de los
ilusionados temporales
hacer su ronda
en una temprana noche
de junio.
No hay esperanza
en este pozo ciego.
Las horas son
el cadalso
en la eternidad
de este día
para un alivio
que nunca
va a llegar.
Coman, bastardos,
nunca van a satisfacer
la miríada
de agujeros
en la tierra.
Distráiganse de lo evidente
por $10 la hora
y un dolor de espalda.

Besos,
mis mejores
deseos,
Facundo.

lunes, junio 06, 2011

De lo fatuo

por. Facundo Ezequiel

Dios ajeno, del conocimiento,
recomendame al menos
un buen libro
y empujame al abismo

Quiero volver a sentir
la emoción de lo inesperado

Levantame de este trabajo
y sentame a aprender
en fabulosas ráfagas
de futuras desilusiones

Quiero renacer
completo.

Dibujitos

por. Facundo Ezequiel

Otra vez soy el genio
el tipo del lápiz de oro
el artífice de los deseos
jamás cumplidos
la eterna promesa
el regalo no correspondido
una pálida estrella de ciudad
acostumbrado al silencio
y a la puteada fugaz
de sempiternos disgustados

Niño

por. Facundo Ezequiel

Este es mi personaje:
un niño desnudo
No es interesante
de ninguna manera
no puede excitar
ni se excita
a veces el frío
es demasiado
y llora

Ojos tristes

por. Facundo Ezequiel

Estos ojos tristes
no son míos
ni tampoco lloran
son de vos
y transpiran
cansados como están
de esperar tu imagen

pero veo a las otras
mujeres
torpes
calzadas en altas
plataformas
tropezando
al intentar alcanzar
la altura que vos superás
millones de veces
con pies desnudos

triste
de una forma feliz

yo soy la pobre mosca
que se arroja a tu plato
con la desesperada esperanza
de perderse en tu boca
pero una mosca es
una mosca y
duplica su iniquidad
en la cercanía de su diosa

tantas palabras que nada valen
buscando una meta tan grande

comparo mi torpeza
con la del necio que
intentara enhebrar una aguja
con una cuerda trenzada

no seré digno de
este amor
pero mi patetismo
me va a hacer vivir por siempre

sábado, mayo 28, 2011

Planicie (escena)

por. Facundo Ezequiel

Las paredes se cierran
sobre mí
pero estoy a campo abierto.
La respiración falla,
hablo pero estoy mudo.
Nada nunca va a poder
ser tan negro.
No quiero
escuchar
tu nombre
vertiendo
de labios
que no fuesen
los míos.

Meditación II

por. Facundo Ezequiel

Por más que me esfuerce
no puedo ser normal.
Soy artista,
la lacra de
la lacra,
lo más bajo.
Soy más inteligente
que la media
y sé que no vale
la pena actuar.
Todo debe pasar.
No impongas
tu voluntad.
Sé invisible.
No pienses.

Meditación I

por. Facundo Ezequiel

Cuántas páginas hay que llenar
hasta sentir que estás diciendo algo?
Cuántas mentiras se necesitan
para intuir una verdad?
Ninguna palabra.
Ninguna mentira.
El silencio es necesario.
El vacío es la respuesta.
Una contemplación
libre de ego
es lo más cercano
a la palabra,
a la verdad.

Cena

por. Facundo Ezequiel

Es una decisión estética
mi aversión
a las grandes formas
de estupidez
Mi amor irracional
hacia
crueles mujeres
Mi sensibilidad oculta
de la brutalidad
de los buenos
modales
Soy sincero
porque me lo pide
la carne,
y no hay nada como
ver a los ojos
complacidos
de nuestra
cena.

miércoles, abril 06, 2011

Recuerdos

por. Facundo Ezequiel


Cuando miro hacia atrás

lo que fuimos

hace sombras

a mis espaldas

y el futuro

pierde el fulgor

de la esperanza.

Toda fina dama

tiene algo de vos

y tu recuerdo

se perpetúa

en mi contemplación;

no hay nada

más hermoso

que esta daga inquieta;

mantiene

mi alma

en forma

y

humilde

mi cabeza.

Maldigo el día

en el que me muera

y tu recuerdo

pase a ser

otra cosa

que

ya

no

es.

Al menos ella me querrá

por. Facundo Ezequiel


Estar en un pozo

es algo hermoso

para un poema,

pero dejame decirte,

las mujeres

no se enamoran

de vos

cuando te atrae

esa otra mujer.

Coqueteás con ella

porque tenés

el lujo de saber

que ya te tiene.

Las otras la celan

y quisieran

estar en su lugar.

Hay mujeres

que te pueden

vaciar de alma

en 5 segundos;

nunca pude

lograr nada

con ellas

ni ellas

pueden

encontrar

mucho

en mí.

Creo

que cuando

cierren

mi caja

voy a

haberme

ido

hace mucho

con la

única

que

siempre

me fue

fiel…

Si supieran,

mis

corderitos.

Bandera

por. Facundo Ezequiel


Medio litro de vino rápido

te ayuda a sonreír

por un ratito

olvidar

y con suerte

dormir.

Ayúdenme a

ayudarme,

sigan trayendo

botellas

que la mejor

manera

de curar

la resaca

es bebiendo

un poco más.

Alcen mi espíritu,

denme una buena mujer

y una hora para

vejarla.

No me dejen caer,

que mi ánimo

flamee

como

una alta

bandera

de

amor

propio.

El último poema

por. Facundo Ezequiel


Algún día me voy a morir

y quizás nadie me recuerde.

La persiana de mi habitación

va a seguir rota

pero ya no va a haber luz.

Mis zapatos van a

conseguir otros pies

o terminarán

en la basura.

Nada tendrá incidencia.

Algunos van a divertirse,

otros van a tomar

amoníaco

y se sentarán

a esperar.

El mundo

va a seguir

girando,

todo va

a seguir

igual,

mi cuerpo,

rígido,

va a ser

trabajo

y una molestia

para el médico,

igual que ahora

lo soy

para esta

vieja

que desea

ocupar

mi asiento

mientras

termino

de escribir

este,

en lo que

a mí

me concierne,

último

poema.

La cosa está difícil

por. Facundo Ezequiel


La cosa está difícil,

los japoneses,

siempre un paso adelantados,

obtuvieron primero

el Apocalipsis;

la empresa

empezó a fletar

a mis compañeros

y mi nueva computadora

no funciona

como debería.

Nada de eso

sería tan trágico

si la chica

sobre la que posé

mis ojos

me hablara,

pero ya saben,

las cosas

nunca

me salen

bien.

La cosa

está difícil

y no se me ocurre

otra cosa que hacer

sino parir

otro poema

encarnado

en mi ego

como una

uña

rota.

En cualquier momento

la tierra se va a abrir

y va a tragarme

a mí

y a mis

ínfimas

miserias.

No importa.

Nada importa

pero

todo

molesta.

Morisquetas

por. Facundo Ezequiel


Este bebé balbuceante,

entusiasmado con mi cara,

tan simpático

y lleno de posibilidades

en un pestañear

va a ser

otra detestable

molestia,

otra aborrecible

muestra de

humanidad.

Todas las posibilidades

van a ser

chistes sin gracia,

olvidadas hace mucho.

No va a recordar

mi cara,

un instante

en un colectivo,

en brazos

de su madre,

demasiado gorda

y permisiva

como para entender

la condena

impuesta

a su hijo.

Yo voy a seguir

confundido y

adolorido,

convencido de

estar aprendiendo

todos los días

algo nuevo,

pero es probable

que otros poetas

me hayan

hecho

morisquetas

en un viaje

que no

puedo

recordar.

En el vacío del espacio

por. Facundo Ezequiel


Siempre le tuve más afecto

a quienes me rechazaron

que a los cantores de alabanzas.

Soy escéptico por naturaleza

y siempre me creí genio,

así que los esporádicos detractores

son como una explosión

en el vacío del espacio

corrigiendo el rumbo

de mi nave

de vuelta

hacia

la Tierra.

sábado, abril 02, 2011

Las horas imposibles

por. Facundo Ezequiel

Acá empiezan
las horas imposibles.
Miríadas de
médicos en las
paradas de colectivos,
como si al final
del recorrido
acaeciera
una tragedia.
Todavía no es
el fin del mundo,
pero nos acercamos
cada día
un poco
más.
La lluvia
lastima y
no lava nada.
Mi bote,
encallado
en el desierto,
desborda
de agua.
Los pájaros
gorjean maldiciones,
las hienas
se mueren
de hambre.
Mi corazón me
dice adiós
pero yo
escucho
la radio.
Beethoven nunca
hizo este ruido.
Nada es
lo que debería
ser.

sábado, marzo 12, 2011

Astrofísica

por. Facundo Ezequiel

Ella, como una diosa
de creación
y destrucción,
puso este agujero negro
en mi pecho.
Todo lo que a él se acerque
va a reducirse
a la nada.
Poco a poco
mi pecho
hambriento
va tragándose
todo
todo :
los autos,
las plazas,
los amigos,
los perros,
las sinfonías,
las flores,
los baños públicos,
el jamón,
los caballos,
el sol,
la tierra,
incluso a sí mismo,
a mí,
pero nunca la noche,
no a ella;
la necesita
para contemplar
su ruina.

Platónico a la fuerza

por. Facundo Ezequiel

Todavía faltan 10 minutos
para las 10 de la mañana
y hace 3 horas que
estoy despierto,
sin poder dormir
desde hace más
de 1 mes.
Estoy enamorado
y soy una ruina.
Mis amores
nunca son
correspondidos.
Nunca tengo la audacia
como para encantar
ni tengo la labia
para dar lástima
así que
mis amores
los mantengo
platónicos
a la fuerza.
Soy un tipo
sincero
y me gustaría
abrazar
a esta chica,
pero
ella no sabe
que existo,
es decir,
sabe mi nombre,
conoce mi cara,
me sonríe
y me saluda
cuando la cruzo,
pero ella le sonríe
a los pájaros,
a la máquina de café,
a los jefes,
a la mala suerte,
entorna los ojos
y tuerce los labios
con majestuosa
habilidad
ante cualquier
situación
que ponga en evidencia
su propia existencia.
Ella no sabe
que dentro de este
envase,
dentro de este nombre,
hay una luz
demasiado tímida
como para
prenderla
fuego
hoy,
pero cada día
crece
un poco
más,
y algún día
se va
a enterar,
quizás
cuando
solo
queden
cenizas.

El juego del gallo

por. Facundo Ezequiel

Realmente no entiendo
el juego del gallo
Cacareando
sacando pecho
pisando pusilánimes.
Pero no tendría problema
en jugar,
ser el mejor,
un hombre de talentos;
no dudaría un segundo
en aplastar cabezas,
si eso me acercara
quince centímetros más
a tu dulce alma
de mujer.

Hiedra

por. Facundo Ezequiel

Si las palabras no me salen
dejame que te dibuje,
querida mujer,
porque
de alguna forma
tengo que dejar salir
esta hiedra
que crece
en mi pecho
y me hace picar
por dentro.

Si el dibujo no aparece
dejame que tararee
para vos
porque hay
una melodía
que borbotea
en mi garganta
cada vez
que te veo
y no puedo
decir
lo que siento,
no por miedo
sino
por respeto
a mí mismo.

Hacete hombre

por. Facundo Ezequiel

Algunas veces es necesario
hacer cosas infrahumanas
para que una mujer
te considere un hombre.
Yo lo hice todo
y no convencí a ninguna.
Supongo que
actué
demasiado bien.

Vos o vos

por. Facundo Ezequiel

Vos o vos,
no hay dilema.
El amor romántico
de las películas rosa,
de los viejos poemas,
hizo de mí
esto
que
no soy.
Te entrego
mi corazón
palpitante
y me preguntás
dónde está
mi alma.
Si lo supiera,
mi amor,
la hubiese
empeñado
hace tiempo,
hubiera
comprado
un revólver,
si acaso
mi alma
valiera
tanto.
Si acaso
tuviese
una.

Vos o vos,
querida,
porque
yo
dejé de
existir
desde que
te vi
por primera
vez
y no puedo
cerrar los ojos
sin verte,
y no puedo
ir al baño
sin verte,
y no puedo
alzar la birome
sin verte,
y no puedo
hacer nada
sin que tus
ojos
en mi mente
lo aprueben
o desaprueben,
así que
me aferro
a tu sonrisa
que abre
tractores
como latas
de arvejas
y dejo
que hagas
de mí
la aguja
de
la
madrugada,
esperando
que
te
sea
útil.

Otra vez otro primer poema

por. Facundo Ezequiel

Si dejo a la poesía
filtrarse en mí
otra vez
quizás muera
o
tal vez
me vuelva
más fuerte
o
más humano
o,
es probable,
tan solo
me crea
mejor
que el resto
hasta que
venga
la próxima mujer
que
me va
a dar vuelta
la cara
con una
cachetada
de realidad
y yo
me voy a quedar
callado,
pensando,
reviviendo
todo
una
y
otra
vez
hasta
que
me
llame
el
siguiente
poema.