sábado, marzo 12, 2011

Astrofísica

por. Facundo Ezequiel

Ella, como una diosa
de creación
y destrucción,
puso este agujero negro
en mi pecho.
Todo lo que a él se acerque
va a reducirse
a la nada.
Poco a poco
mi pecho
hambriento
va tragándose
todo
todo :
los autos,
las plazas,
los amigos,
los perros,
las sinfonías,
las flores,
los baños públicos,
el jamón,
los caballos,
el sol,
la tierra,
incluso a sí mismo,
a mí,
pero nunca la noche,
no a ella;
la necesita
para contemplar
su ruina.

Platónico a la fuerza

por. Facundo Ezequiel

Todavía faltan 10 minutos
para las 10 de la mañana
y hace 3 horas que
estoy despierto,
sin poder dormir
desde hace más
de 1 mes.
Estoy enamorado
y soy una ruina.
Mis amores
nunca son
correspondidos.
Nunca tengo la audacia
como para encantar
ni tengo la labia
para dar lástima
así que
mis amores
los mantengo
platónicos
a la fuerza.
Soy un tipo
sincero
y me gustaría
abrazar
a esta chica,
pero
ella no sabe
que existo,
es decir,
sabe mi nombre,
conoce mi cara,
me sonríe
y me saluda
cuando la cruzo,
pero ella le sonríe
a los pájaros,
a la máquina de café,
a los jefes,
a la mala suerte,
entorna los ojos
y tuerce los labios
con majestuosa
habilidad
ante cualquier
situación
que ponga en evidencia
su propia existencia.
Ella no sabe
que dentro de este
envase,
dentro de este nombre,
hay una luz
demasiado tímida
como para
prenderla
fuego
hoy,
pero cada día
crece
un poco
más,
y algún día
se va
a enterar,
quizás
cuando
solo
queden
cenizas.

El juego del gallo

por. Facundo Ezequiel

Realmente no entiendo
el juego del gallo
Cacareando
sacando pecho
pisando pusilánimes.
Pero no tendría problema
en jugar,
ser el mejor,
un hombre de talentos;
no dudaría un segundo
en aplastar cabezas,
si eso me acercara
quince centímetros más
a tu dulce alma
de mujer.

Hiedra

por. Facundo Ezequiel

Si las palabras no me salen
dejame que te dibuje,
querida mujer,
porque
de alguna forma
tengo que dejar salir
esta hiedra
que crece
en mi pecho
y me hace picar
por dentro.

Si el dibujo no aparece
dejame que tararee
para vos
porque hay
una melodía
que borbotea
en mi garganta
cada vez
que te veo
y no puedo
decir
lo que siento,
no por miedo
sino
por respeto
a mí mismo.

Hacete hombre

por. Facundo Ezequiel

Algunas veces es necesario
hacer cosas infrahumanas
para que una mujer
te considere un hombre.
Yo lo hice todo
y no convencí a ninguna.
Supongo que
actué
demasiado bien.

Vos o vos

por. Facundo Ezequiel

Vos o vos,
no hay dilema.
El amor romántico
de las películas rosa,
de los viejos poemas,
hizo de mí
esto
que
no soy.
Te entrego
mi corazón
palpitante
y me preguntás
dónde está
mi alma.
Si lo supiera,
mi amor,
la hubiese
empeñado
hace tiempo,
hubiera
comprado
un revólver,
si acaso
mi alma
valiera
tanto.
Si acaso
tuviese
una.

Vos o vos,
querida,
porque
yo
dejé de
existir
desde que
te vi
por primera
vez
y no puedo
cerrar los ojos
sin verte,
y no puedo
ir al baño
sin verte,
y no puedo
alzar la birome
sin verte,
y no puedo
hacer nada
sin que tus
ojos
en mi mente
lo aprueben
o desaprueben,
así que
me aferro
a tu sonrisa
que abre
tractores
como latas
de arvejas
y dejo
que hagas
de mí
la aguja
de
la
madrugada,
esperando
que
te
sea
útil.

Otra vez otro primer poema

por. Facundo Ezequiel

Si dejo a la poesía
filtrarse en mí
otra vez
quizás muera
o
tal vez
me vuelva
más fuerte
o
más humano
o,
es probable,
tan solo
me crea
mejor
que el resto
hasta que
venga
la próxima mujer
que
me va
a dar vuelta
la cara
con una
cachetada
de realidad
y yo
me voy a quedar
callado,
pensando,
reviviendo
todo
una
y
otra
vez
hasta
que
me
llame
el
siguiente
poema.