lunes, abril 28, 2008

Del Artífice

por. Facundo Ezequiel

No hay descanso,
y los llantos de niño
vuelven tras muchos años.
Tos desesperada,
cargada de dolor acéfalo.
No seré el eterno sufriente.
Hoy no moriré,
porque el deseo de hoy
es el lamento de mañana.
Si nací para sufrir,
moriré por ser feliz.
Deshilvanaré mis desilusiones
hasta el último día
del útero
y quedaré desnudo
ante el miedo,
frente al mundo.
Este soy yo,
el siempre cambiante,
el loco, el mudo,
el tonto que llora
cuando está solo
y que por ser solo
se cree dueño del mundo.

Alabanza

por. Facundo Ezequiel

No hay cosa más horrible, dijo la Reina,
que ser comida y escupida en esta vida.
Me entero de verdades cuando me peina
mi criada y desentraño alguna que otra mentira
cuando el polvo blanco cubre mi frente morena.
Dicen que no es bueno que una Reina salga tanto,
mas yo ando bajo el sol pues para Él soy su rosario,
y nuevas estrellas nacen tras cada uno de mis pasos;
tanto es así que si pudierais alejaros desta tierra
y mirarais hacia el vasto Universo, veríais deletreado
con el rocío divino mi Real agraciado Nombre,
y si llevarais el cielo diurno en vuestras venas,
el vuestro, lo mismo, plasmaríase en estrellas a su lado;
por lo pronto, en las noches, solo veo Mi Rostro y Mi Nombre.

jueves, abril 17, 2008

Todos mis poemas

por. Facundo Ezequiel

A L.M.A.

Deberías saber
que todos mis poemas
son el anverso y el reverso
de un único poema
dirigido a vos
En mí quisiste ver
decepción y frustración
pero nada de eso sentí
hasta que dijiste adiós
y volviste a tu ostra salvaje
de Venus de Botticelli
Siempre pensé
que el amor era suficiente, pero
¿cómo dar a conocer el amor,
cómo hacer entender
que uno pierde
algo más importante que la vida
al perder el amor?
Todos mis poemas
son la cara y contracara
de un único poema
de amor.

miércoles, abril 16, 2008

Monotonía del azul

por. Facundo Ezequiel

Y cuando el primer chorro era echado, Nagasaki, Hiroshima, era lo único que te venía a la mente, pero no era ni Hiroshima ni Nagasaki; uno se siente estúpido tratando de explicarlo pasando los 20 minutos del quinto chorro, pero era más bien como la radiación del sol, un presenciar en la carne esa terrible combustión, y al segundo caer en la soleada playa donde ese calor distante se tornaba placentero y no podías más que suspirar por lo acontecido y tal vez elevarte en sueños.
Pero al otro día todo se volvía pesado y pálido y triste, porque no había nada que te confirmara que eso no había sido un sueño.
Caminabas, entonces, pensando que el hoy era una pesadilla y no podías levantar la vista, porque al mirar a los ojos a la gente veías una cantidad de cosas abominables, cosas que eran un simple reflejo de lo que ellos veían en vos, y eso no querías ver, porque verte siempre te asustaba, y te veías desnudo, avergonzado.
Así te evadías, fingías pensar otra cosa, ver a otro lado «Cómo me gustaría un superpancho con papas fritas,» porque simplemente pasabas arrastrándote junto al carro del vendedor de panchos, y así a veces estabas tan gordo que no te cerraba el pantalón o terminabas con libros que jamás leerías o con grabaciones raras de óperas de Verdi.
Pero a veces decías «Mierda» y te sentabas con los ojos en algún mar de tu mente hasta enamorarte del dolor, de la mala suerte, de una chica embarazada, o, aunque parezca imposible, de vos mismo. Y dibujabas y escribías como un loco, esperando que alguien espiase mientras te hacías el distraído y te alabase; y de vez en cuando aparecía un tonto ingenuo con la ilusión perfecta de encontrarse con un artista desconocido y genial y entonces pretendías ser humilde y negabas tu capacidad de representar el alma humana de manera artística «Sólo dibujo... Sólo escribo...,» decías levantando los hombros y sonriendo nerviosamente, pero eso era parte de tu puesta en escena, porque cada segundo, cada cosa que hacías era una pincelada más en tu autorretrato.
Y tu nostalgia volvía; era tomar un paso atrás para admirar el lienzo. «Es solo un boceto,» te decías a veces, «¿Tantos grises estarán bien?,» te preguntabas otras, pensando que cada pincelada era definitiva; o la definitiva.
Caminabas. Te enamorabas, y cuando te distraías... ¡BLAM! Nagasaki, Hiroshima, todo el calor del sol, la playa, el sueño, y el despertar de una patada. Era una mujer y era tu arte.

viernes, abril 11, 2008

La moneda

por. Facundo Ezequiel

¿Acaso no es poeta
quien proclama a viva voz
una verdad silenciosa?
¿Es combatiente
quien justifica sus medios?
Del otro lado de la moneda
alguna vez
también rasgó la uña
y golpeó el suelo
La buena suerte
la lleva el indiferente
La mala suerte
es del ser consciente
La angustia es lo que le queda
a todo aquel que cruza
el puente de la vida
para obtener respuestas

Ermita

por. Facundo Ezequiel

Que la ley siga siendo
fría y estúpida,
porque si aprendiera a ver
nuestros pensamientos y sentimientos,
seríamos todos sentenciados
a la hoguera.
Prefiero creerme expósito,
sin padres ni hermanos,
nadie que cuide de mí
o mire sobre mi hombro.
Contemplativo y solitario,
cuando hallen mis huesos
los encontrarán lejos de los cementerios,
incrustados en un coral
de lágrimas secas.
Quien ama lo humano
odia lo humano.

lunes, abril 07, 2008

En expansión

por. Facundo Ezequiel

De este a oeste
de norte a sur
y en todas direcciones al mismo tiempo
se potencian mis intenciones con mis palabras
con cada mirada
y deseo de caricia
se acerca el desprecio
rozándole el hombro a la locura
de espaldas a la vida
mientras yo me expando
y envuelvo poco a poco
todas estas cosas que me siguen
y apuran mis lágrimas
Como un cerdo
hambriento de experiencia
no dudo en atragantarme
con bocados demasiado grandes
y no me arrepiento
aunque me cueste
lo que no tengo
Sí sí sí
es amor a la vida
o amor al conocimiento
Si un lisiado puede
amar a sus piernas
yo amo incluso
a quien me golpea
y agradezco sus caricias
y beso sus pies
y sus manos
que una herida
vale la herida
Amo también
al indiferente
pero pretendo enojarme
para no ofenderle
y abrazo la ironía
del que no ama,
no amó
ni amará,
porque lo amo
más que a un hermano
Amo a la vida,
¿qué importa si ella me desprecia?

viernes, abril 04, 2008

Vacío o bacante vacacional

por. Facundo Ezequiel

Faros y vendimia
olfatos frutales
y falos erectos de desidia
Mujeres sencillas
arrojadas a los estómagos
de quienes no eructan satisfechos
en sueños de onanismo
respiran agitadas melodías
y cantan palabras que solo sus pechos entendían
Se invocan dioses paganos
en desesperados arranques culminados
Un asomo de felicidad
en la mueca de un postrer sueño
y el aroma acre del más allá

Bocetos

por. Facundo Ezequiel

Hasta hoy
un prolongado ensayo sin alma
Pero hoy
bocetos son arte
gran parte de vida
o entera vida
del artista
Elementos de la tierra
respiran sin aire
y se mueven
como luengas piernas
Piernas serenas
al servicio de la arena
o castillos fugaces
de haber manos infantiles
geniales ideas pequeñas
enormes proyecciones fantasmales
y nueces maduras cazadas al vuelo en viejos nogales
El amor es genial
y es genial el amante
que muere por morir su amante
Inocentes langostas
entran por crueles ventanas
y su muerte no será llorada
Señal de Apocalipsis
esta plaga
La madre amamanta
pero si supiera que su hijo
gozará más de beber
de otros pechos
su amor egoísta
lo mataría de hambre
Salvación es un rito
de los cobardes puritanos
La ciega maldición
del tibio escapismo
de los hijos de Dios
Muerte
Muerte
Muerte
Muerte y todo lo que queda
cuando ya no queda
nada que hacer
nada que dar
Muerte y Nada
después no importa
sino al que queda
Sufriente y Solitario
como todo ser humano

jueves, abril 03, 2008

La persona más triste del mundo

por. Facundo Ezequiel

Una conspiración de estúpido sinsentido
rodea todas las cosas que quiero,
quisiera querer,
o que en cierto grado me importan
y el aglutinamiento de toda la angustia en mí
provoca una especie de tumor emocional,
un sólido desborde de mis cabales
un forcejeo loco en la camisa
de las restricciones púdicas —morales
si pudiese convertirme en una hoja muerta
y caer del árbol de la vida
y dejarme llevar por el viento
para no llorar las cosas que perdí
y el único amor que no volveré a tener,
creo que lo haría
porque una hoja acariciada por el viento,
aunque muerta,
es más feliz que un facundo, vivo,
pero sin el roce de quien le inflige vida
La calma me es ajena
siendo mi mente un maremoto de erotismo
ya no quiero jugar a ser feliz
quiero llorar
porque soy
la persona más triste del mundo

martes, abril 01, 2008

Severa levedad

por. Facundo Ezequiel

A L.M.A

Todas las mujeres son
el fantasma impreciso
de esa única mujer
y yo pretendiendo cruzar
el umbral de la vida
y la muerte
para traerla de vuelta
no logro más que lúgubres desengaños
y fragmentos de ella que se me clavan en el pecho
para ya no saber
si el fantasma soy yo
o si son de ella
estos despojos de ser

La existencia no me es clara
y las cosas que de ella dependen
se me antojan extrañas y pálidas
pues en pretérito amo y siento y veo
pero nada me es presente
más que vacío y desconsuelo