lunes, marzo 31, 2008

Apología al caminante

por. Facundo Ezequiel

Odio a la gente que pasa a mi lado
mirando al frente
y no me mira
Escupo sobre el camino que voy a andar
pero nunca escupo a los lados
Permito que me embarren los autos
pero no dejo que me vean resbalarme
en la basura que me tiran
En cierta manera soy un ángel moderno
así que no vengan a hablarme de cielos
que me cuelgan las bolas hasta el suelo
y el de etiqueta desde el subsuelo
pretende pincharme mis futuros hijos
A ver si soportan lo que yo soporté hasta el día de hoy
A ver si caminan la mitad de lo que caminé
porque no es cuestión de andar el camino correcto
es cuestión de andar la mayor cantidad de caminos
de mear siempre hacia abajo
y caminar siempre cuesta arriba
sin importar las reglas del caminante
que dicen que todo pobre tipo que sube
alguna que otra vez tiene que bajar
y ser meado desde arriba
Así que ustedes que se creen inteligentes
ustedes que creen ser correctos
ustedes que creen andar con sus pares siempre inferiores
ustedes que imponen modas por si las moscas
ustedes que no entienden y pretenden interpretar lo que no es
ustedes ángeles y atractivos que jamás fueron empujados
ustedes aburridos y salvajes que pintan paredes de blanco
ustedes amebas y espermas afixiados en látex
ustedes que me hablan a las escondidas
ustedes que susurran a las espaldas
ustedes que le tienen asco a la vida
Ustedes me creen igual
pero si se permitieran ver y escuchar
verían que no me ando con vestiduras
y todo es sencillamente lo que es
todo en mí
al menos
lo es

Hermosa y amada

por. Facundo Ezequiel

A L.M.A

Ser hermosa y ser amada
tiene también sus desventajas,
eso si no te gusta ser observada,
si te incomoda la caricia amorosa,
si te cansa en todas las palabras tu retrato,
si te aburre que otros dedos aren tu pelo,
si te altera el respiro en tu cuello,
si el masaje en tu espalda te ablanda
y en tus sueños no hallás más palabras
sino el rico fluir de un río,
si te resultara más leve el peso del día,
si no encontraras trabajo alguno más que ser,
si comenzara a dominarte el placer de sonreir a la intención,
si empezaras a extrañar a alguien
y ese alguien regresara cada vez que lo desees.
Como ves, ser hermosa y ser amada
tiene también sus desventajas.

sábado, marzo 08, 2008

Féretro

por. Facundo Ezequiel

Sé que mi vida natural
se acabará a mis 44
porque a mis 22
la arena del reloj
se acabó
y el reloj
se volteó

El ahora nuevo valiente
sufre lo mismo que el ayer cobarde
pues a nunguno de los dos se los bendice
con la Única Correspondencia del amor tajante

El tiempo es una herida abierta
las horas se me escapan a borbotones
y como todo aquel que se sabe muerto
cada palabra es una declaración
un paso más en la espera circundante
de aquel último seco borbotón
"¡Quítenme 10 años si no cruzo una lluvia
por las cosas que amo!"

viernes, marzo 07, 2008

Con la loca mordiéndome los talones

por. Facundo Ezequiel

Esperaba sentado —enlatado entre un banquero peludo como un mono y una negra famélica— por mi corte de pelo. Frente a mí una mujer psicótica y su marido, un tipo que parecía agradable, quien leía una revista de periodismo glamoroso, esperaban su turno también. La loca me vio mirándola y por un segundo empezó a parpadear y casi a convulsionar con los múltiples tics que la atacaban, de pronto mete su mano en la cartera y se abalanza gritando sobre mí con uno de esos aturdidores eléctricos que las mujeres llevan para defenderse de los atacantes.
—¡Controlá a tu mujer! ¡Controlá a tu mujer —gritaba yo mientras me tiraba hacia atrás intentando evadir la punta eléctrica de su aparato fálico ayudándome con la suela de mis zapatillas.
El marido, con unas maneras de lo más apacibles, llamaba a su mujer, casi amaneradamente, sin levantar la vista de su lectura.
—Marilú... Marilú... Dejá al muchacho... —como esos padres que no demuestran convicción alguna al retar a sus hijos salvajes.
—Podés pasar —me dijo mi peluquero y yo me arrastré asustado hacia la silla de cuero giratoria.
Apenas me senté, me di cuenta que la habitación estaba cubierta de espejos y mirara donde mirara me veía a mí mismo; si miraba hacia arriba podía llegar a ver las suelas de mis zapatillas, y, si miraba un poco a la derecha de ese punto, podía llegar a ver la parte de atrás de mi oreja izquierda. Incluso había ciertos espacios en la habitación donde la luz se reflejaba tantas veces que podías ver gente que se había sentado en esa misma silla hacía más o menos 20 años; así lo delataban los pelos abultados y las enormes hombreras entre destellos de colores flúor. Entonces vi un nene que me pareció conocer de algún otro lado. Era un chiquito simpático con su cabecita cubierta de enmarañados tirabuzones, rubios como el mediodía. Un chiquito tímido que no hablaba excepto cuando le preguntaban algo, o eso parecía, según las muecas mudas de las personas que lo rodeaban, incluído mi peluquero, solo que esta última figura, su voz, tenía sonido y en verdad, tardé un segundo en enterarme, no era ningún reflejo, era mi peluquero en carne y hueso, preguntándome cómo andaba y qué quería para mi cabeza.
—Un juego nuevo de ideas —le dije, y él, con su velocidad de peluquero, comenzó a hundir sus tijeras en mi enorme cráneo y a moldear todo dentro de él hasta que me relajé y dio por finalizado su trabajo.
Le agradecí y le pagué los $15 a la señora del mostrador, di las buenas tardes a todos y salí corriendo con la loca mordiéndome los talones.

lunes, marzo 03, 2008

Euritmia

por. Facundo Ezequiel

Mis manos son el esperma de Dios,
mi mujer es el óvulo
y mi arte el producto de todo el amor

Santa ballena de la creación,
magnífico mamífero nadador,
nuestros sueños marítimos
son el colchón donde descansa
su dulce deseo de algo mejor,
nuestras ideas son peldaños
hacia la antigua perfección

Griego: sabías más de lo que sabemos hoy,
tu saber se fue con el arribo del
despótico monoteísmo.
Aún hoy es cierto que solo sabemos
que no sabemos nada

Sí, me acuesto en la nieve de verano a mirar el smog.

Cortes y más cortes,
tijeras y filas de hombres
encadenados todos ellos por el cuello,
buscando una galleta y una palmada,
buscan complacerte, hacer las cosas bien,
pobres eunucos;
jamás podrán complacerte,
señora de la eugenesia

Me planto, entonces,
canto viejas melodías populares,
canciones de otros pueblos que jamás visité.
Hay ritmos agitados y cambiantes,
melodías percusivas y sonidos ofensivos,
de pronto emerge mi sangre negra
y grito palabras que jamás escuché;
ella se limpia y me agradece.

Del sinsentido

por. Facundo Ezequiel

Grandes úteros del conocimiento
déjenme fecundarlos.
Hermosas meretrices de la sabiduría
permítanme merecerlas.
Mis viajes son cortos y mis poemas
lo son mucho más,
si por gracia divina o por chiste universal
quisieran alargarme la vida,
no extiendan mucho mi placer
y enmienden mi virtud con humanidad,
déjenme vivir como los demás.
El resto no siempre es disminución,
el resto a veces es la suma o evolución;
no es fácil respetar lo que no vemos,
por eso respeto los sentidos
y mi lengua camina muchos caminos
y mi oído navega muchos ríos,
y aunque me aburro seguido
por repetir los sinsentidos
que me hacen divino,
entiendo que es mi trabajo
no sonreir cuando tropieza el enemigo,
y si me siento especialmente malvado,
ayudarlo a levantarse,
sacudir la tierra de su traje
y besarlo en las mejillas
esperando que me golpee.