lunes, abril 16, 2007

Advenimiento de la Incertidumbre

La mayor parte del tiempo soy un tipo taciturno, meditabundo, callado como de muerte, pero cuando una cuestión, por lo general de incomprensión por parte de los otros, me excita la conciencia, termino monologueando de forma tan vivaz que llego a asustarme al oírme cada tanto. Por lo general uso de excusa a ese oyente para satisfacer mis ansias de exteriorizar mi razonamiento, silencioso incluso para mí. Muchas veces, al hablar, me encuentro diciendo cosas que jamás creí pensar, como si otro yo me dictara las palabras. Por lo general ese otro yo es más inteligente que el yo consciente y me asombra su frío razonamiento porque no solo es frío sino que también es caluroso, apasionado, y, a veces, realmente hermoso. Con esto no pretendo exaltar mis cualidades. No. Quizás pretenda ser una especie de súbdito del inconsciente, pues tantas satisfacciones me trajo. De todas formas no creo ni pretendo que éste me domine por completo. Supongo que detrás de esa falta de dejadez, de arrojo a la suerte del inconsciente, se oculta un miedo inconfesado (inconfesable) por el advenimiento de la incertidumbre.

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