viernes, noviembre 09, 2007

Poseso de la improvisación inspiradora

por. Facundo Ezequiel

Las ánimas del jazz
circunvuelan en mi cabeza
y las tristezas
de una dulce guitarra
me suplican,
me incitan a cantar
ocultas melodías extraídas
de las aves inquietas
en mi pecho
que prestan sus alas
a mi poético vuelo
que prescinde de palabras

Dip-
bip-
dibli-di-
bam-
pirí-
díbidi-
bam

Sustrae
el opulento contrabajo
mi quietud
e intercambia el frío introspectivo
por caliente ebullición.

Mis rítmicas patadas castigan al suelo;
mi cuerpo olvida
que sus pasiones son terrenales
y que sus golpes
obedecen
a un latir humano,
quizás por ese olvido
comienza a elevarse
pero es por recuerdos negligentes que recae en el llanto.

Me pongo brumoso,
es cierto,
me pongo sentimental;
son las indomables pasiones
que emergen
y convergen
en sugerentes cantos
y en llamados desesperados.

Me siento al piano que llora
desafinado
bajo el ineficaz consuelo
de mis inexpertos dedos
y la cacofonía del llanto
acaba por cerrar
la cortina carmín
de mi inspiración.

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