lunes, enero 29, 2007

Paréntesis

Estoy embotado, y esa palabra es horrible; estoy "blob" (sonido onomatopéyico que denota decaimiento y flaccidez emocional, además de confusión acuosa). Me encuentro (a decir verdad, no me encuentro, pero supongo que estoy, todos estamos, ¿no?, a pesar de lo que creamos, siempre estaremos) confundido, no sé si debo o si no debo (qué conveniente sería, siendo un jugador compulsivo -vitalmente hablando-), me parece que cada vez que me acuesto para descansar lo único que hago es abrir un paréntesis dentro de otro paréntesis y retrasar lo inevitable, aunque, ¿qué carajo voy a saber yo qué es lo inevitable?
(((Changos) Qué idiota, ni siquiera estoy seguro de que mi cerebro esté funcionando; pero eso es lo de menos, supongo, después de todo, solía creer que la capacidad mental de todos en general estaba disminuida desde hace muchos años y que el hecho de saberlo con certeza me titulaba como una especie de superhombre a lo Nietszche, pero me cago en Nietszche (o como mierda se escriba), me cago en los cristianitos, en los budistas, en los judíos, en los nazis de mierda, en los putos nihilistas, en los pro-guerra, en los pacifistas, en los burócratas, los tipos de barrio, en los malditos burgueses, en los políticos, en los idealistas, en los soñadores, en las azafatas de los vuelos internacionales (en las de los nacionales también), en Greenpeace, en los chimpancés metaleros, en los borrachos de las esquinas, en los genios precoces, en Mozart, en Proust, en Bukowski, en Bucay, en el otro boludito de los libros que se venden en todo el mundo que chorea como un hijo de puta creo que es brasilero, en los nacionalistas, en los antinacionalistas, en los anarquistas, en los comunistas, en los puritanos, en los conservadores, en los que pretenden un progreso basado en la industria, en los exiliados, en los muertos de las dictaduras, en los asesinos de las dictaduras, en las cárceles, en los policías, en las leyes, en los presidiarios, en las revistas semanales amarillistas, en los maricones y sus novias, en los diarios, en las televisiones, en los machos tangueros que lloriquean lágrimas de arrabal, en los pisos encerados, en las baldosas amarillentas con lomitas que invaden la ciudad de Buenos Aires, en Buenos Aires, en el mundo, en mí, en el mundo y en todo lo que me olvidé de poner (Changos))...)

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