por. Facundo Ezequiel
Me siento extraño cada vez
que la luna se llena la boca
y se ríe de no sé qué.
Tal vez haya algo que valga la pena,
algo que le reste importancia
a la falta de estrellas.
Juraría que tantas mentiras son ciertas,
que en alguna pelea perdí la vergüenza,
pero es raro, no siento la ropa,
me veo desnudo en el invierno más crudo.
No sé si me importa.
Después de tantos estragos,
de años de hundirme en el barro
y salir a flote de a ratos.
Después de la religión y los existencialistas,
de Sócrates y de Platón, ¿qué sigue en la lista?
Buki y Fante me abandonaron,
me dejaron solo para que piense.
Me perdí tantas veces...
Soy el explorador
de esta cuadra.
Tomé la rosa de los vientos
en cada encrucijada del camino
y aun así no escarmiento.
Veo hacia atrás y no hay nada :
el mismo panorama adelante.
Y a pesar de todo
solo sé que
lo mejor de vos
me perseguirá
aunque no lo desee.
La luna:
ahora creo saber
de qué se ríe.

lunes, enero 25, 2010
El otro lado del mundo conocido
por. Facundo Ezequiel
tratando de decir con palabras
lo que no puedo decir con palabras
aproximándome a lo siempre lejano
haciéndote ver para un lado
pateándote por el otro
recursos estilísticos
como morir en un accidente de tránsito
mientras chapoteabas en la pelopincho
tan gracioso
tan argentino
el sarcasmo hecho vida
yo escribiendo esto
sentado en el inodoro
vos leyendo
desde el otro lado
del planeta
donde las cucarachas
son tan grandes
como una de mis manos
y las personas
son amables
con los turistas
y una mierda
tratando de decir con palabras
lo que no puedo decir con palabras
aproximándome a lo siempre lejano
haciéndote ver para un lado
pateándote por el otro
recursos estilísticos
como morir en un accidente de tránsito
mientras chapoteabas en la pelopincho
tan gracioso
tan argentino
el sarcasmo hecho vida
yo escribiendo esto
sentado en el inodoro
vos leyendo
desde el otro lado
del planeta
donde las cucarachas
son tan grandes
como una de mis manos
y las personas
son amables
con los turistas
y una mierda
Y ahora Facundo
por. Facundo Ezequiel
Una vez pude haber sido
Bukowski o Henry Miller
pero decidí ser Facundo
Si me preguntaran
diría que solo hay uno
como yo
y ese
soy yo
El adolescente tardío
el niño-viejo
nunca adulto
nacido con mala entraña
libre de Dios
y de la Patria
viajero sin ruta
perdido sin destino
y demás
combinaciones-fantasías
poéticas nulas
Un genio gastado
contra la áspera
estupidez
de la masa
Una vez pude haber sido
Bukowski o Henry Miller
pero decidí ser Facundo
Si me preguntaran
diría que solo hay uno
como yo
y ese
soy yo
El adolescente tardío
el niño-viejo
nunca adulto
nacido con mala entraña
libre de Dios
y de la Patria
viajero sin ruta
perdido sin destino
y demás
combinaciones-fantasías
poéticas nulas
Un genio gastado
contra la áspera
estupidez
de la masa
De la pequeña muerte
por. Facundo Ezequiel
Nadie lee estos poemas
y está bien
¿x q’ deberían?
Ayer me alcanzó
con que Ella
me creyera original
y sincero
Pero hoy
ya casi me olvido
y de vuelta
soy solo Yo
y la frígida
y coqueta
muerte
¿No puede
dejar el histeriqueo
y solamente
amarme
a mí?
Nunca llegamos
al punto culminante
pero me muestra
un poco de piel
en cada mancha
que dejo
en el papel
Si fuera solo Ella,
pero todas
las mujeres
son así
y te escupen
en el ojo
cuando las mirás
o te violan
cuando te
resignaste
a vivir
en el claustro
Y sé que no
se puede generalizar
pero eso
de lo que hablo
es la
pequeña muerte
que empollan
todas las hembras
en sus conchas
de todas
formas y
sabores
Nadie lee estos poemas
y está bien
¿x q’ deberían?
Ayer me alcanzó
con que Ella
me creyera original
y sincero
Pero hoy
ya casi me olvido
y de vuelta
soy solo Yo
y la frígida
y coqueta
muerte
¿No puede
dejar el histeriqueo
y solamente
amarme
a mí?
Nunca llegamos
al punto culminante
pero me muestra
un poco de piel
en cada mancha
que dejo
en el papel
Si fuera solo Ella,
pero todas
las mujeres
son así
y te escupen
en el ojo
cuando las mirás
o te violan
cuando te
resignaste
a vivir
en el claustro
Y sé que no
se puede generalizar
pero eso
de lo que hablo
es la
pequeña muerte
que empollan
todas las hembras
en sus conchas
de todas
formas y
sabores
Sueños de linóleo
por. Facundo Ezequiel
Hacé las cuentas y decime
si es más caro mi amor terco
que tus amoríos prófugos
Yo abandoné los zapatos
que hoy estás usando vos
y solo gané en durezas
e irritaciones fútiles
Vení a descansar a mi lado,
hablame de mis encantos
con tu voz de leche condensada
y apretame contra tu pecho
mientras me voy durmiendo
y entro en sueños de linóleo
Hacé las cuentas y decime
si es más caro mi amor terco
que tus amoríos prófugos
Yo abandoné los zapatos
que hoy estás usando vos
y solo gané en durezas
e irritaciones fútiles
Vení a descansar a mi lado,
hablame de mis encantos
con tu voz de leche condensada
y apretame contra tu pecho
mientras me voy durmiendo
y entro en sueños de linóleo
El pie para correr
por. Facundo Ezequiel
ella era
una concha histérica
que esperaba
un mentalista
concha triste
y combativa
negadora
hasta la muerte
es cierto que
a veces una victoria
es peor que la derrota
pero yo la dejaba ganar
y jamás se daba cuenta
(¡y me dejó por perdedor!)
siempre viví a contratiempo
nunca aproveché una ventaja
pensaba que así era justo
¿pero justo con quién?
ella era
una concha histérica
y yo le daba el pie
el pie para correr
ella era
una concha histérica
que esperaba
un mentalista
concha triste
y combativa
negadora
hasta la muerte
es cierto que
a veces una victoria
es peor que la derrota
pero yo la dejaba ganar
y jamás se daba cuenta
(¡y me dejó por perdedor!)
siempre viví a contratiempo
nunca aproveché una ventaja
pensaba que así era justo
¿pero justo con quién?
ella era
una concha histérica
y yo le daba el pie
el pie para correr
Diente de león
por. Facundo Ezequiel
Ella se movía
como un diente de león
al menor capricho
del viento
Había que moverse
con extremo cuidado
de no perturbar
el aire
a su alrededor
o ella
simplemente
daba un giro
como bailando
y se iba
veloz y
suavemente
con
la corriente
Shuiii~
Ella se movía
como un diente de león
al menor capricho
del viento
Había que moverse
con extremo cuidado
de no perturbar
el aire
a su alrededor
o ella
simplemente
daba un giro
como bailando
y se iba
veloz y
suavemente
con
la corriente
Shuiii~
Rastriador de tormentas
por. Facundo Ezequiel
La lluvia está cerca.
En ese sentido, mi amigo,
soy más que baquiano :
rastreo la niebla en la mano
abarrotada de cualquier cristiano,
detecto relámpagos
en los mediodías más soleados
y veo los nubarrones negros
en ojos que creerías secos.
Ya ves que cada paso que doy
magnetizado por los rayos
lleva ese olor a humedad
que trae tantos recuerdos
pero ninguna felicidad.
La lluvia está cerca
pero ella ya no está.
La lluvia está cerca.
En ese sentido, mi amigo,
soy más que baquiano :
rastreo la niebla en la mano
abarrotada de cualquier cristiano,
detecto relámpagos
en los mediodías más soleados
y veo los nubarrones negros
en ojos que creerías secos.
Ya ves que cada paso que doy
magnetizado por los rayos
lleva ese olor a humedad
que trae tantos recuerdos
pero ninguna felicidad.
La lluvia está cerca
pero ella ya no está.
martes, enero 05, 2010
El hambre nunca satisfecho (carta abierta a un verdadero amigo)
por. Facundo Ezequiel
L.M.A., ellos lo saben también:
“The firewalkers in Bulgaria are called Nistingares. They dance in the fire on the twenty-first of May during the feast of Saint Helena and Saint Constantine. They dance on the red-hot embers until they’re blue in the face, and then they utter prophecies.”
(Jabberwhorl Cronstadt, Henry Miller)
antes de que me abandonara la que amé como a ninguna otra, yo me subía al colectivo y me dejaba caer en el asiento sucio y roto (que siempre me parecía el más cómodo del mundo); me arrastraba hacia abajo, hasta que las rodillas me daban contra el asiento de adelante. durante los largos viajes de regreso solo necesitaba acercarme los dedos a la nariz un segundo para traer de vuelta su aroma, y como un torbellino de placer etéreo volvía a estar junto a ella en la cama, viéndola dormirse poco a poco.
el paraíso duraba unos minutos y después subía alguna mujer boliviana con enormes bolsas de residuo repletas de noséqué, yo volvía la mirada hacia la ventana y, más allá de mi fantasma de estúpida sonrisa, estaba la madrugada, plagada de potros y yeguas y recolectores de cartón y taxistas y travestis y putas y trabajadores con sus bolsos, pero yo me volvía a llevar los dedos al labio superior y la vida se detenía.
si había hecho las cosas bien esa noche el viaje podía durar un santiamén, o podía tomar el colectivo equivocado y conocer la madrugada de otros barrios.
si el colectivero estaba de humor podía manejar esa carcacha frenéticamente y el viaje duraba alrededor de una hora y media; si el motor se hubiese parado a las veinte cuadras de haber comenzado el recorrido la inercia hubiese sido tal que aún podría haberme alcanzado hasta la puerta de mi casa.
ya de vuelta, me tiraba en la cama y las ensoñaciones me absorvían. todavía me perseguían el olor a pelo mojado, su voz de niña de doce años en celo, el humo de sus cigarrillos en mi ropa, incluso el tacto de sus juanetes eran excitantes para mí. todavía podía olerla, todavía la veía curvando su espalda, la oía gemir, y mientras todo el paraíso se acumulaba detrás de mis ojos me llevaba de nuevo su aroma a la nariz y con la otra mano me masturbaba, recordando, mejorando los recuerdos.
incluso hoy, pese a que ella tuvo sus otros, y yo probé otras, de vez en cuando, no puedo impedir evocar su aroma y que mi mano busque el placer que ella me negó.
amigo, algunas mujeres son santas, paridas de santas mujeres a su vez paridas por santas mujeres que a su vez fueron paridas por santas féminas, y así, hasta remontarnos a la protomujer, quien vivía en un tiempo remoto de imperturbable santidad. entonces el hombre era feliz, puesto que era uno solo y disfrutaba de su santa mujer. cómo hacer para retornar a los tiempos santos y felices? cómo hacer cuando el hombre no sabe distinguir entre lo santo y lo demoníaco? porque así como existe el antiquísimo linaje de mujeres santas, existe el linaje de las mujeres demoníacas, que no son sino una ramificación que parte de la primer hija que miró con amor perverso a su padre. el hombre es tan inocente! es padre e hijo al mismo tiempo. un pobre hijo idiota que debe ser arrastrado por las costumbres que lo acunan.
cómo puede un hombre ser feliz sin saber si la mujer que amó era santa o demoníaca?
las mujeres, sin importar a qué estrato pertenezcan, son todas madres. algunas paren para comerse a sus hijos, otras para expandir la propia santidad más allá de sí mismas.
sé que mi carne fue devorada un millón de veces en vida y probablemente siga sufriendo la misma suerte hasta que mi alma se vea vencida por última vez. soy incapaz de combatir los demonios que circunvuelan sobre mi cabeza como aves carroñeras. qué sería de mí si fuese realmente agraciado de cuerpo y alma? pero mi espíritu fláccido no atrae tanto a los demonios segadores de almas que por el momento tan solo esperan que me tropiece yo mismo con y hacia mi tumba. no puedo decir cuánto éxito tienen en su espera, hay días que me veo tambaleante, borracho de fracasos; pero hay otros días que veo mis pies talle 43 convertidos en fuertes raíces y sé que no puedo dar un solo paso sin hacer rotar la tierra junto a mí.
así que disputo mi ser entre la gloria y el fracaso, la santidad y lo demoníaco, el amor y el odio; y sé que todo eso no es más que un simple bailoteo de mi espíritu, sé que no se puede esperar que incluso una masa titánica como el mar permanezca inmóvil, sé que no puedo pretender ser glorioso, santo y amoroso sin ser un fracaso demoníaco y odioso, porque mi espíritu es todo eso e incluso más. puedo ser todo lo santo, demoníaco, glorioso, fracasado, amoroso y odioso de los demás. mi espíritu abarca todos los océanos, todos los desiertos, montañas, llanuras, todas las lágrimas las llora mi espíritu, todas las risas las ríe mi espíritu, son las mujeres todas mías, madres e hijas, hermanas, porque soy padre e hijo, soy abuelo, soy el espíritu hermano que escucha, soy el hombro salado sobre el que se recuestan todas las mejillas sonrojadas, soy el ave de rapiña, soy el viento en las alas, soy la luna, el sol, soy el polvo que viene y el polvo que va, soy el hueso, soy el músculo, la sangre, soy el diente, la fruta, la mano, la uña, la herida, soy la vasija, la piel, el calor y el frío. alfa. omega. mosquito divino, borracho de mí. soy el solilocuente y el ojo avizor. soy el único grito. el hambre nunca satisfecho.
así que cuando cierres los ojos para ir a dormir no pienses, no sueñes, intentá evocar el vacío incoloro, el vacío que se encuentra tras el párpado, tras el ojo, tras la idea de vacío, tras el vacío, y aunque sé que va a ser imposible, quién sabe, tal vez logres verlo y quizás puedas decirme: qué hay más allá de mí?
L.M.A., ellos lo saben también:
“The firewalkers in Bulgaria are called Nistingares. They dance in the fire on the twenty-first of May during the feast of Saint Helena and Saint Constantine. They dance on the red-hot embers until they’re blue in the face, and then they utter prophecies.”
(Jabberwhorl Cronstadt, Henry Miller)
antes de que me abandonara la que amé como a ninguna otra, yo me subía al colectivo y me dejaba caer en el asiento sucio y roto (que siempre me parecía el más cómodo del mundo); me arrastraba hacia abajo, hasta que las rodillas me daban contra el asiento de adelante. durante los largos viajes de regreso solo necesitaba acercarme los dedos a la nariz un segundo para traer de vuelta su aroma, y como un torbellino de placer etéreo volvía a estar junto a ella en la cama, viéndola dormirse poco a poco.
el paraíso duraba unos minutos y después subía alguna mujer boliviana con enormes bolsas de residuo repletas de noséqué, yo volvía la mirada hacia la ventana y, más allá de mi fantasma de estúpida sonrisa, estaba la madrugada, plagada de potros y yeguas y recolectores de cartón y taxistas y travestis y putas y trabajadores con sus bolsos, pero yo me volvía a llevar los dedos al labio superior y la vida se detenía.
si había hecho las cosas bien esa noche el viaje podía durar un santiamén, o podía tomar el colectivo equivocado y conocer la madrugada de otros barrios.
si el colectivero estaba de humor podía manejar esa carcacha frenéticamente y el viaje duraba alrededor de una hora y media; si el motor se hubiese parado a las veinte cuadras de haber comenzado el recorrido la inercia hubiese sido tal que aún podría haberme alcanzado hasta la puerta de mi casa.
ya de vuelta, me tiraba en la cama y las ensoñaciones me absorvían. todavía me perseguían el olor a pelo mojado, su voz de niña de doce años en celo, el humo de sus cigarrillos en mi ropa, incluso el tacto de sus juanetes eran excitantes para mí. todavía podía olerla, todavía la veía curvando su espalda, la oía gemir, y mientras todo el paraíso se acumulaba detrás de mis ojos me llevaba de nuevo su aroma a la nariz y con la otra mano me masturbaba, recordando, mejorando los recuerdos.
incluso hoy, pese a que ella tuvo sus otros, y yo probé otras, de vez en cuando, no puedo impedir evocar su aroma y que mi mano busque el placer que ella me negó.
amigo, algunas mujeres son santas, paridas de santas mujeres a su vez paridas por santas mujeres que a su vez fueron paridas por santas féminas, y así, hasta remontarnos a la protomujer, quien vivía en un tiempo remoto de imperturbable santidad. entonces el hombre era feliz, puesto que era uno solo y disfrutaba de su santa mujer. cómo hacer para retornar a los tiempos santos y felices? cómo hacer cuando el hombre no sabe distinguir entre lo santo y lo demoníaco? porque así como existe el antiquísimo linaje de mujeres santas, existe el linaje de las mujeres demoníacas, que no son sino una ramificación que parte de la primer hija que miró con amor perverso a su padre. el hombre es tan inocente! es padre e hijo al mismo tiempo. un pobre hijo idiota que debe ser arrastrado por las costumbres que lo acunan.
cómo puede un hombre ser feliz sin saber si la mujer que amó era santa o demoníaca?
las mujeres, sin importar a qué estrato pertenezcan, son todas madres. algunas paren para comerse a sus hijos, otras para expandir la propia santidad más allá de sí mismas.
sé que mi carne fue devorada un millón de veces en vida y probablemente siga sufriendo la misma suerte hasta que mi alma se vea vencida por última vez. soy incapaz de combatir los demonios que circunvuelan sobre mi cabeza como aves carroñeras. qué sería de mí si fuese realmente agraciado de cuerpo y alma? pero mi espíritu fláccido no atrae tanto a los demonios segadores de almas que por el momento tan solo esperan que me tropiece yo mismo con y hacia mi tumba. no puedo decir cuánto éxito tienen en su espera, hay días que me veo tambaleante, borracho de fracasos; pero hay otros días que veo mis pies talle 43 convertidos en fuertes raíces y sé que no puedo dar un solo paso sin hacer rotar la tierra junto a mí.
así que disputo mi ser entre la gloria y el fracaso, la santidad y lo demoníaco, el amor y el odio; y sé que todo eso no es más que un simple bailoteo de mi espíritu, sé que no se puede esperar que incluso una masa titánica como el mar permanezca inmóvil, sé que no puedo pretender ser glorioso, santo y amoroso sin ser un fracaso demoníaco y odioso, porque mi espíritu es todo eso e incluso más. puedo ser todo lo santo, demoníaco, glorioso, fracasado, amoroso y odioso de los demás. mi espíritu abarca todos los océanos, todos los desiertos, montañas, llanuras, todas las lágrimas las llora mi espíritu, todas las risas las ríe mi espíritu, son las mujeres todas mías, madres e hijas, hermanas, porque soy padre e hijo, soy abuelo, soy el espíritu hermano que escucha, soy el hombro salado sobre el que se recuestan todas las mejillas sonrojadas, soy el ave de rapiña, soy el viento en las alas, soy la luna, el sol, soy el polvo que viene y el polvo que va, soy el hueso, soy el músculo, la sangre, soy el diente, la fruta, la mano, la uña, la herida, soy la vasija, la piel, el calor y el frío. alfa. omega. mosquito divino, borracho de mí. soy el solilocuente y el ojo avizor. soy el único grito. el hambre nunca satisfecho.
así que cuando cierres los ojos para ir a dormir no pienses, no sueñes, intentá evocar el vacío incoloro, el vacío que se encuentra tras el párpado, tras el ojo, tras la idea de vacío, tras el vacío, y aunque sé que va a ser imposible, quién sabe, tal vez logres verlo y quizás puedas decirme: qué hay más allá de mí?
La vida
por. Facundo Ezequiel
es como sacar
un pez
del agua
hay que luchar
hacer fuerza
torcer voluntades
pero con
la amabilidad
suficiente
como para
no romper
el sedal
nunca
pesqué
un puto pez
pero
hasta ahora
viví
cada día
de
mi vida
y no
pienso irme
con hambre
es como sacar
un pez
del agua
hay que luchar
hacer fuerza
torcer voluntades
pero con
la amabilidad
suficiente
como para
no romper
el sedal
nunca
pesqué
un puto pez
pero
hasta ahora
viví
cada día
de
mi vida
y no
pienso irme
con hambre
Sobre modos
por. Facundo Ezequiel
Seguro, tengo palabras
pero no un discurso.
Prefiero no explicar
el por qué de mis modos,
darle una oportunidad
a otra forma
de pensar
—quizá
la tuya.
Todos
tienen
en la boca
un huevo
de Freud.
Pero por favor
no hables
con la boca
llena,
no intentes
explicarte :
Tus ideas
valen
mierda
—
probablemente
las mías
también.
Pero,
al menos,
me reservo
las que
no pasan
por el
caño.
Seguro, tengo palabras
pero no un discurso.
Prefiero no explicar
el por qué de mis modos,
darle una oportunidad
a otra forma
de pensar
—quizá
la tuya.
Todos
tienen
en la boca
un huevo
de Freud.
Pero por favor
no hables
con la boca
llena,
no intentes
explicarte :
Tus ideas
valen
mierda
—
probablemente
las mías
también.
Pero,
al menos,
me reservo
las que
no pasan
por el
caño.
lunes, diciembre 28, 2009
Todos podemos
por. Facundo Ezequiel
aparentemente
todos podemos
hundirnos
en un pozo
lo suficiente-
mente
grande
todos podemos
criar
enormes
granos
llenos de
pus
todos podemos
rascarnos
hasta sangrar
todos podemos
gritar
aparentemente
todos podemos
lector idiota
escribir
desde el alma
—suponiendo que
la haya—
supuestamente
todos somos
vasijas huecas
moldeadas
de la misma
mugre-mierda
ya quisiera
lector hipócrita
creerme
la mentira
tan bien
como
usted
pero
escritor
y
lector
tienen tanto
en común
como
leche
y
humo
aparentemente
todos podemos
hundirnos
en un pozo
lo suficiente-
mente
grande
todos podemos
criar
enormes
granos
llenos de
pus
todos podemos
rascarnos
hasta sangrar
todos podemos
gritar
aparentemente
todos podemos
lector idiota
escribir
desde el alma
—suponiendo que
la haya—
supuestamente
todos somos
vasijas huecas
moldeadas
de la misma
mugre-mierda
ya quisiera
lector hipócrita
creerme
la mentira
tan bien
como
usted
pero
escritor
y
lector
tienen tanto
en común
como
leche
y
humo
ARF!
por. Facundo Ezequiel
Estamos andando...
las luces en la ruta
con un ritmo
cuadrado
pero
hipnotizante
nos guían.
Unas cuantas
curvas
peligrosas y
estamos parando
y volviendo
a andar.
Luces,
luces,
luces,
bingo,
kiosco,
bar,
club,
pub,
luces
y
una plaza.
Las ventanas
bajas
viendo a
las chicas
con
mirada
criminal.
Un frío
recorre
la espina
y el alma
caliente.
La esquina
ebulliciente.
Podríamos
poblar
todas
las barras
de todos
los bares
en este
día.
Lo mejor
es no
parar
y esperar
que
salga
el sol.
Demasiados pensamientos
esperan en los
semáforos,
demasiadas
posibilidades
en ojos fugaces.
Así que
Mingus
martilla
poemas
con sus
dedos
masivos,
repletos
de bronca,
con un
sonido
tan gordo
como
la tierra.
Todo en
la noche
es un perfecto
poema,
por eso
hoy
no temo
recordarte.
Las luces
quedan atrás,
el alba
adelante
y
otra hoja
de mi
cuaderno
queda
cubierta
de
recuerdos de
amor
y
abandono.
Ladran.
Estamos andando...
las luces en la ruta
con un ritmo
cuadrado
pero
hipnotizante
nos guían.
Unas cuantas
curvas
peligrosas y
estamos parando
y volviendo
a andar.
Luces,
luces,
luces,
bingo,
kiosco,
bar,
club,
pub,
luces
y
una plaza.
Las ventanas
bajas
viendo a
las chicas
con
mirada
criminal.
Un frío
recorre
la espina
y el alma
caliente.
La esquina
ebulliciente.
Podríamos
poblar
todas
las barras
de todos
los bares
en este
día.
Lo mejor
es no
parar
y esperar
que
salga
el sol.
Demasiados pensamientos
esperan en los
semáforos,
demasiadas
posibilidades
en ojos fugaces.
Así que
Mingus
martilla
poemas
con sus
dedos
masivos,
repletos
de bronca,
con un
sonido
tan gordo
como
la tierra.
Todo en
la noche
es un perfecto
poema,
por eso
hoy
no temo
recordarte.
Las luces
quedan atrás,
el alba
adelante
y
otra hoja
de mi
cuaderno
queda
cubierta
de
recuerdos de
amor
y
abandono.
Ladran.
jueves, diciembre 10, 2009
Esto es guerra
por. Facundo Ezequiel
Ahí estaba yo,
tratando de ganar
una pelea de puños
con palabras,
sin ser cobarde,
intentando
arrancarles
las cabezas
contrayendo
mis pulmones,
vibrando mis
cuerdas
vocales.
Nunca fui
cobarde,
solo que
siempre sentí
una fascinación
morbosa
por la siguiente
pelea.
Todos
son
gatitos
ante
mi
curiosidad.
Ahí estaba yo,
tratando de ganar
una pelea de puños
con palabras,
sin ser cobarde,
intentando
arrancarles
las cabezas
contrayendo
mis pulmones,
vibrando mis
cuerdas
vocales.
Nunca fui
cobarde,
solo que
siempre sentí
una fascinación
morbosa
por la siguiente
pelea.
Todos
son
gatitos
ante
mi
curiosidad.
Él mira por la ventana
por. Facundo Ezequiel
Y todo es ridículo
en la vida humana.
El vecino, con el trapo grasiento
saliendo del bolsillo trasero,
arreglando el motor.
El chico pedaleando
en su triciclo
tratando de alcanzar
las palomas.
La abuela en alpargatas
baldeando la vereda
desde atrás de
las rejas.
La señora que
en la esquina,
cruzada de brazos,
cambia el peso
de piernas
y se asoma
para ver
si llega
el 64.
Él se pregunta
qué sería de sus vidas
si el motor funcionara,
si la rueda
delantera alcanzara
a la paloma,
si el viento
no trajera
polvo,
si los colectivos
cumplieran
sus horarios.
Qué objetivos
tendrían.
Qué esperas
ocuparían
sus días.
Qué habría
detrás
de esa
ventana.
Mientras tanto
se alegra de que
esa paloma
pueda volar.
Y todo es ridículo
en la vida humana.
El vecino, con el trapo grasiento
saliendo del bolsillo trasero,
arreglando el motor.
El chico pedaleando
en su triciclo
tratando de alcanzar
las palomas.
La abuela en alpargatas
baldeando la vereda
desde atrás de
las rejas.
La señora que
en la esquina,
cruzada de brazos,
cambia el peso
de piernas
y se asoma
para ver
si llega
el 64.
Él se pregunta
qué sería de sus vidas
si el motor funcionara,
si la rueda
delantera alcanzara
a la paloma,
si el viento
no trajera
polvo,
si los colectivos
cumplieran
sus horarios.
Qué objetivos
tendrían.
Qué esperas
ocuparían
sus días.
Qué habría
detrás
de esa
ventana.
Mientras tanto
se alegra de que
esa paloma
pueda volar.
Política
por. Facundo Ezequiel
“es absurdo el perdón
en una sociedad
irreflexiva”
yo lo miré.
“el partidismo,
el patoterismo,
la demagogia”
me llevé
un bocado
a la boca.
“la moral
debe ser
cuerpo
antes
que
palabra”
mastiqué
un poco.
“la cultura
de trabajo”
estaba
duro.
“fuerza de
choque”
lo escupí
en la servilleta.
“el pueblo”
lo envolví
y lo tiré
a la basura.
“me voy”
no había postre
ni cerveza
ni tele.
me senté
al piano y
machaqué
la misma
melodía
de
siempre.
“es absurdo el perdón
en una sociedad
irreflexiva”
yo lo miré.
“el partidismo,
el patoterismo,
la demagogia”
me llevé
un bocado
a la boca.
“la moral
debe ser
cuerpo
antes
que
palabra”
mastiqué
un poco.
“la cultura
de trabajo”
estaba
duro.
“fuerza de
choque”
lo escupí
en la servilleta.
“el pueblo”
lo envolví
y lo tiré
a la basura.
“me voy”
no había postre
ni cerveza
ni tele.
me senté
al piano y
machaqué
la misma
melodía
de
siempre.
lunes, noviembre 30, 2009
Picazón
por. Facundo Ezequiel
Por supuesto que no quería verla,
pero tenía que hacerlo,
era algo así como
una picazón
detrás de los ojos,
entre las orejas.
Por más que parpadeara
o pusiera los ojos
en blanco cien veces
la picazón persistía.
No era muy bueno
en esas cosas pero
llamé y tartamudié
frases sacadas de
películas norteamericanas
hasta que cedió.
Mientras esperaba que
llegue, encendí un cigarro.
La mesera, una chica
gordita con un serio
problema de acné,
se me acercó :
“No puede fumar, señor”
dijo.
Era verdad, ni para eso
servía ya —no tenía
el estilo de Bogart.
Me disculpé y
lo apagué,
lamentando mi suerte.
Agarré un sobrecito de azúcar
y me puse a jugar con él.
La mesera me miraba mal
desde el mostrador.
Tomé un edulcorante también
y un par de servilletas.
Empecé a retorcerlo todo,
intentando darle la forma
de un dragón,
pero parecía más bien
una medialuna con patas.
Solté la cosa y
ni siquiera se
mantenía en pie.
Me puse a tararear
canciones que creía
haber oído
en algún momento,
de alguna manera.
La espera no era
lo mío,
tampoco.
Llegó 20 minutos tarde
y pude acordarme
dos cosas :
por qué quería verla y
por qué no quería verla más.
Por supuesto que no quería verla,
pero tenía que hacerlo,
era algo así como
una picazón
detrás de los ojos,
entre las orejas.
Por más que parpadeara
o pusiera los ojos
en blanco cien veces
la picazón persistía.
No era muy bueno
en esas cosas pero
llamé y tartamudié
frases sacadas de
películas norteamericanas
hasta que cedió.
Mientras esperaba que
llegue, encendí un cigarro.
La mesera, una chica
gordita con un serio
problema de acné,
se me acercó :
“No puede fumar, señor”
dijo.
Era verdad, ni para eso
servía ya —no tenía
el estilo de Bogart.
Me disculpé y
lo apagué,
lamentando mi suerte.
Agarré un sobrecito de azúcar
y me puse a jugar con él.
La mesera me miraba mal
desde el mostrador.
Tomé un edulcorante también
y un par de servilletas.
Empecé a retorcerlo todo,
intentando darle la forma
de un dragón,
pero parecía más bien
una medialuna con patas.
Solté la cosa y
ni siquiera se
mantenía en pie.
Me puse a tararear
canciones que creía
haber oído
en algún momento,
de alguna manera.
La espera no era
lo mío,
tampoco.
Llegó 20 minutos tarde
y pude acordarme
dos cosas :
por qué quería verla y
por qué no quería verla más.
Socialismo puertas adentro
por. Facundo Ezequiel
Yo también tenía
un amigo socialista.
A veces le tocaba la puerta y
él me abría
con esa pinta de
cantante de ópera,
su gran panza enrulada,
y los calzoncillos agujereados.
“Tengo cerveza”
le decía.
Automáticamente
me dejaba pasar,
incluso cuando no
tenía cerveza:
se había convertido
en una especie de
contraseña.
La palabra “Vino”
funcionaba igual de bien.
Yo era bastante joven
cuando lo conocí;
había leído mucho Bukowski
en horas del colegio secundario;
los profesores no me entendían,
mis padres no me entendían;
pensé saber algo.
Así que mi amigo socialista
se había convertido en
una suerte de modelo a seguir;
él era bastante viejo
y yo
mucho más joven.
Por consejo suyo
asistía a reuniones rojas
con hermosas rosas mujeres
Por consejo suyo
empecé a trabajar en la fábrica
Por consejo suyo
lo dejaba dormir en mi casa
Por consejo suyo
socialicé a mi novia...
Bueno,
todo es muy divertido
hasta que no podés dormir
porque tu amigo
y tu novia
se la pasan “socializando” en tu cama
toda la noche,
todo el día.
Pero eso estaba bien,
yo trabajaba todo el día
y ella se aburría,
y a la noche
estaba demasiado cansado y
ella requería mucha atención.
Sí, todo estaba bien,
hasta que se empezaron a
“socializar” todo lo que
había en la heladera:
la cerveza, el queso,
las aceitunas, el dulce de leche,
la lechuga, incluso los huevos.
Llegaba a casa y las
botellas vacías, las migas,
y toda la mugre
parecían el resultado
de una guerra.
Empecé a encabronarme.
Dejé de aportar al
“fondo común.”
Empecé a comer afuera.
Al otro día se acercó él:
“¿Qué pasa, compañero? ¿Los
burgueses enajenadores de trabajo
no te pagan?”
Al día siguiente ella:
“Mi amor, tengo hambre
y no hay plata”
“Puta,” dije yo,
“callate o te emboco;
mañana, cuando me despierte,
no quiero verte ni
a vos, puta desagradecida,
ni al viejo maricón tuyo.”
No escuché sus peros
y me tiré en la cama.
Toda la noche sus murmuros
en la cocina, tramando.
En un momento pensé
que intentarían matarme
mientras dormía, pero
no tenía sentido,
no podían sacarme nada.
Cuando desperté
ya no estaban;
fue mi mejor desayuno
desde preescolar.
Después me encendí un cigarro
y entonces me di cuenta:
se habían “expropiado” mi cenicero.
Con el cigarrillo colgando en los labios
corrí a mirar por toda la casa.
También me faltaban la valija,
una camisa, unos pantalones,
la bufanda, la radio, dos pares
de calzoncillos y el velador.
Yo también tenía
un amigo socialista,
pero desde que no lo tengo
duermo mejor.
Yo también tenía
un amigo socialista.
A veces le tocaba la puerta y
él me abría
con esa pinta de
cantante de ópera,
su gran panza enrulada,
y los calzoncillos agujereados.
“Tengo cerveza”
le decía.
Automáticamente
me dejaba pasar,
incluso cuando no
tenía cerveza:
se había convertido
en una especie de
contraseña.
La palabra “Vino”
funcionaba igual de bien.
Yo era bastante joven
cuando lo conocí;
había leído mucho Bukowski
en horas del colegio secundario;
los profesores no me entendían,
mis padres no me entendían;
pensé saber algo.
Así que mi amigo socialista
se había convertido en
una suerte de modelo a seguir;
él era bastante viejo
y yo
mucho más joven.
Por consejo suyo
asistía a reuniones rojas
con hermosas rosas mujeres
Por consejo suyo
empecé a trabajar en la fábrica
Por consejo suyo
lo dejaba dormir en mi casa
Por consejo suyo
socialicé a mi novia...
Bueno,
todo es muy divertido
hasta que no podés dormir
porque tu amigo
y tu novia
se la pasan “socializando” en tu cama
toda la noche,
todo el día.
Pero eso estaba bien,
yo trabajaba todo el día
y ella se aburría,
y a la noche
estaba demasiado cansado y
ella requería mucha atención.
Sí, todo estaba bien,
hasta que se empezaron a
“socializar” todo lo que
había en la heladera:
la cerveza, el queso,
las aceitunas, el dulce de leche,
la lechuga, incluso los huevos.
Llegaba a casa y las
botellas vacías, las migas,
y toda la mugre
parecían el resultado
de una guerra.
Empecé a encabronarme.
Dejé de aportar al
“fondo común.”
Empecé a comer afuera.
Al otro día se acercó él:
“¿Qué pasa, compañero? ¿Los
burgueses enajenadores de trabajo
no te pagan?”
Al día siguiente ella:
“Mi amor, tengo hambre
y no hay plata”
“Puta,” dije yo,
“callate o te emboco;
mañana, cuando me despierte,
no quiero verte ni
a vos, puta desagradecida,
ni al viejo maricón tuyo.”
No escuché sus peros
y me tiré en la cama.
Toda la noche sus murmuros
en la cocina, tramando.
En un momento pensé
que intentarían matarme
mientras dormía, pero
no tenía sentido,
no podían sacarme nada.
Cuando desperté
ya no estaban;
fue mi mejor desayuno
desde preescolar.
Después me encendí un cigarro
y entonces me di cuenta:
se habían “expropiado” mi cenicero.
Con el cigarrillo colgando en los labios
corrí a mirar por toda la casa.
También me faltaban la valija,
una camisa, unos pantalones,
la bufanda, la radio, dos pares
de calzoncillos y el velador.
Yo también tenía
un amigo socialista,
pero desde que no lo tengo
duermo mejor.
martes, octubre 27, 2009
Todas esas rosas muertas
por. Facundo Ezequiel
Ahí estaba yo,
dibujando esas rosas muertas,
pensando en todos los
Sí y los No.
Por alguna razón
los Sí no tenían un
sabor tan pronunciado y
tendía a olvidarlos.
Pero los No
se clavaban como
pernos brillantes
en mi cabeza cansada.
Solo las mujeres
tenían la capacidad
de Afirmar y
Negar
para mí.
Trazaba un pétalo
ennegrecido
y todos esos
Sí y No femeninos
comenzaron a desfilar
como espinas
en el lápiz.
Hombres me dijeron
no y si, pero
en sus labios
fueron escritos en
minúsculas y sin
acento alguno.
Solo una mujer
puede Negar.
Solo una mujer
puede Afirmar.
Todas esas
rosas muertas
y lo único que
buscaba era
el Sí femenino
que me hiciera
olvidar
todos los tristes
No
que condimentaban
la indigestión y
me arrastraban
atado al parachoques
de la carroza
funeraria.
Ahí estaba yo,
dibujando esas rosas muertas,
pensando en todos los
Sí y los No.
Por alguna razón
los Sí no tenían un
sabor tan pronunciado y
tendía a olvidarlos.
Pero los No
se clavaban como
pernos brillantes
en mi cabeza cansada.
Solo las mujeres
tenían la capacidad
de Afirmar y
Negar
para mí.
Trazaba un pétalo
ennegrecido
y todos esos
Sí y No femeninos
comenzaron a desfilar
como espinas
en el lápiz.
Hombres me dijeron
no y si, pero
en sus labios
fueron escritos en
minúsculas y sin
acento alguno.
Solo una mujer
puede Negar.
Solo una mujer
puede Afirmar.
Todas esas
rosas muertas
y lo único que
buscaba era
el Sí femenino
que me hiciera
olvidar
todos los tristes
No
que condimentaban
la indigestión y
me arrastraban
atado al parachoques
de la carroza
funeraria.
miércoles, octubre 21, 2009
Sexo, sexo, sexo
por. Facundo Ezequiel
sexo, sexo, sexo,
todo era sexo.
prendí la tele y
sexo.
peor :
fingían tenerlo.
hombres depilados
y mujeres perfectas,
plásticas
gemían,
se frotaban mutuamente.
sin apagar la tele
me di vuelta en la cama y
me acerqué a mi mujer
que dormía dándome la
espalda.
todo era
sexo, sexo, sexo.
ella gimió, gruñó
y yo no tenía
nada de especial :
diez dedos y una verga.
sexo, sexo, sexo,
todo era sexo.
prendí la tele y
sexo.
peor :
fingían tenerlo.
hombres depilados
y mujeres perfectas,
plásticas
gemían,
se frotaban mutuamente.
sin apagar la tele
me di vuelta en la cama y
me acerqué a mi mujer
que dormía dándome la
espalda.
todo era
sexo, sexo, sexo.
ella gimió, gruñó
y yo no tenía
nada de especial :
diez dedos y una verga.
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