martes, enero 05, 2010

El hambre nunca satisfecho (carta abierta a un verdadero amigo)

por. Facundo Ezequiel

L.M.A., ellos lo saben también:

“The firewalkers in Bulgaria are called Nistingares. They dance in the fire on the twenty-first of May during the feast of Saint Helena and Saint Constantine. They dance on the red-hot embers until they’re blue in the face, and then they utter prophecies.”

(Jabberwhorl Cronstadt, Henry Miller)


antes de que me abandonara la que amé como a ninguna otra, yo me subía al colectivo y me dejaba caer en el asiento sucio y roto (que siempre me parecía el más cómodo del mundo); me arrastraba hacia abajo, hasta que las rodillas me daban contra el asiento de adelante. durante los largos viajes de regreso solo necesitaba acercarme los dedos a la nariz un segundo para traer de vuelta su aroma, y como un torbellino de placer etéreo volvía a estar junto a ella en la cama, viéndola dormirse poco a poco.
el paraíso duraba unos minutos y después subía alguna mujer boliviana con enormes bolsas de residuo repletas de noséqué, yo volvía la mirada hacia la ventana y, más allá de mi fantasma de estúpida sonrisa, estaba la madrugada, plagada de potros y yeguas y recolectores de cartón y taxistas y travestis y putas y trabajadores con sus bolsos, pero yo me volvía a llevar los dedos al labio superior y la vida se detenía.
si había hecho las cosas bien esa noche el viaje podía durar un santiamén, o podía tomar el colectivo equivocado y conocer la madrugada de otros barrios.
si el colectivero estaba de humor podía manejar esa carcacha frenéticamente y el viaje duraba alrededor de una hora y media; si el motor se hubiese parado a las veinte cuadras de haber comenzado el recorrido la inercia hubiese sido tal que aún podría haberme alcanzado hasta la puerta de mi casa.
ya de vuelta, me tiraba en la cama y las ensoñaciones me absorvían. todavía me perseguían el olor a pelo mojado, su voz de niña de doce años en celo, el humo de sus cigarrillos en mi ropa, incluso el tacto de sus juanetes eran excitantes para mí. todavía podía olerla, todavía la veía curvando su espalda, la oía gemir, y mientras todo el paraíso se acumulaba detrás de mis ojos me llevaba de nuevo su aroma a la nariz y con la otra mano me masturbaba, recordando, mejorando los recuerdos.
incluso hoy, pese a que ella tuvo sus otros, y yo probé otras, de vez en cuando, no puedo impedir evocar su aroma y que mi mano busque el placer que ella me negó.

amigo, algunas mujeres son santas, paridas de santas mujeres a su vez paridas por santas mujeres que a su vez fueron paridas por santas féminas, y así, hasta remontarnos a la protomujer, quien vivía en un tiempo remoto de imperturbable santidad. entonces el hombre era feliz, puesto que era uno solo y disfrutaba de su santa mujer. cómo hacer para retornar a los tiempos santos y felices? cómo hacer cuando el hombre no sabe distinguir entre lo santo y lo demoníaco? porque así como existe el antiquísimo linaje de mujeres santas, existe el linaje de las mujeres demoníacas, que no son sino una ramificación que parte de la primer hija que miró con amor perverso a su padre. el hombre es tan inocente! es padre e hijo al mismo tiempo. un pobre hijo idiota que debe ser arrastrado por las costumbres que lo acunan.
cómo puede un hombre ser feliz sin saber si la mujer que amó era santa o demoníaca?
las mujeres, sin importar a qué estrato pertenezcan, son todas madres. algunas paren para comerse a sus hijos, otras para expandir la propia santidad más allá de sí mismas.
sé que mi carne fue devorada un millón de veces en vida y probablemente siga sufriendo la misma suerte hasta que mi alma se vea vencida por última vez. soy incapaz de combatir los demonios que circunvuelan sobre mi cabeza como aves carroñeras. qué sería de mí si fuese realmente agraciado de cuerpo y alma? pero mi espíritu fláccido no atrae tanto a los demonios segadores de almas que por el momento tan solo esperan que me tropiece yo mismo con y hacia mi tumba. no puedo decir cuánto éxito tienen en su espera, hay días que me veo tambaleante, borracho de fracasos; pero hay otros días que veo mis pies talle 43 convertidos en fuertes raíces y sé que no puedo dar un solo paso sin hacer rotar la tierra junto a mí.
así que disputo mi ser entre la gloria y el fracaso, la santidad y lo demoníaco, el amor y el odio; y sé que todo eso no es más que un simple bailoteo de mi espíritu, sé que no se puede esperar que incluso una masa titánica como el mar permanezca inmóvil, sé que no puedo pretender ser glorioso, santo y amoroso sin ser un fracaso demoníaco y odioso, porque mi espíritu es todo eso e incluso más. puedo ser todo lo santo, demoníaco, glorioso, fracasado, amoroso y odioso de los demás. mi espíritu abarca todos los océanos, todos los desiertos, montañas, llanuras, todas las lágrimas las llora mi espíritu, todas las risas las ríe mi espíritu, son las mujeres todas mías, madres e hijas, hermanas, porque soy padre e hijo, soy abuelo, soy el espíritu hermano que escucha, soy el hombro salado sobre el que se recuestan todas las mejillas sonrojadas, soy el ave de rapiña, soy el viento en las alas, soy la luna, el sol, soy el polvo que viene y el polvo que va, soy el hueso, soy el músculo, la sangre, soy el diente, la fruta, la mano, la uña, la herida, soy la vasija, la piel, el calor y el frío. alfa. omega. mosquito divino, borracho de mí. soy el solilocuente y el ojo avizor. soy el único grito. el hambre nunca satisfecho.
así que cuando cierres los ojos para ir a dormir no pienses, no sueñes, intentá evocar el vacío incoloro, el vacío que se encuentra tras el párpado, tras el ojo, tras la idea de vacío, tras el vacío, y aunque sé que va a ser imposible, quién sabe, tal vez logres verlo y quizás puedas decirme: qué hay más allá de mí?

No hay comentarios.: