sábado, diciembre 22, 2007

La fábula del hombre loco, la mujer perdida y el amor recobrado

por. Facundo Ezequiel
A L.M.A

EL AMOR

Heme aquí,
Cuando creía que viviría
Por el resto de los días
Sin brazos con que abrazar,
Sin piernas con que andar,
Una mujer extraviada se tropieza
Con mi cuerpo amputado
Y arremete contra mí
Arrojándome más allá de la vista,
Como si fuera yo el causante
De su desdicha,
Mas al mismo instante
En que mi cuerpo al suelo llega,
Oye mi caída un ingenuo
Que me busca y me encuentra,
Y me mira y me valora
Como si fuese una joya,
Un tesoro que valga
El hundirse en la tierra
Y respirar el azufre
De la condena eterna.
¡Alas crezcan en su pecho!

Cuando entre sus costillas
El pulsar de su corazón
Parecía quebrar la distancia
Entre el cuerpo y el alma,
Una visión tan hermosa
Como tortuosa
Atacó la fuente
Del infortunio,
Del espíritu doblado
Y, con una estocada que se gestaba silenciosa,
La misma razón del temor del ingenuo.
La Mujer.
Era obvia y la conocía de mucho antes
De siquiera pensar en alcanzar verla.
Venía así ella,
Cargaba con un camino a sus espaldas
Y con la esperanza en su cara.
Errado había,
Desde hacía mucho el camino equivocado
La conducía por tierras desconocidas
Y ahora se disponía,
Como en todo momento
Que a su consciencia oía,
A continuar sin mirar
De dónde venía.

LA MUJER PERDIDA

Aunque mi mula me lleve por accidentados caminos
Y, al desmontar, las piedras en mi calzado
Me obliguen a conducirme de rodillas,
Jamás me quitaré una bota para sacudirla,
Ni desandaré mi recorrido
Para tomar el buen camino.
Mi mejor amiga, mi mula,
Me enseñó más cosas en su andar descarriado
De lo que jamás supieran mil sabios,
Acumulando la totalidad de sus años.
La lástima, el destino, el remiendo,
Yo no sé de qué están hablando.

EL HOMBRE LOCO

Así como el viento mueve el gallo
En las alturas del tejado,
Mi ánimo cambia de rumbo y me lleva
De la feliz levedad al tortuoso océano.
Soy paisaje en este mundo;
Mi vegetación no es más que
Un espinoso rosal desflorado
Y mi fauna es tan sólo un monstruo
De siete cabezas, todas ellas insanas.
Soy el hombre loco
Soy el desértico deseo
Soy el infértil soñador
Soy el perfecto moribundo
Soy una muesca más en su cinto
Soy Facundo, el desdichado.
Y mi cabeza restante
No es más que un observador,
Pero, temo yo,
Es la cabeza dominante.
Si palabra alguna pudiera decir
Para que esta Mujer se pare
Y me oiga aunque sea un instante
Pronunciar mi abrumador sentir...
¡Pero no!
Mi boca se abre
Y quisiera no ser yo
Para reír de lo que oigo,
Que en ridículo me pongo.
Díganme loco, no me interesa,
Te aconsejo a pesar de mis deseos,
Porque soy muy pequeño
Si me comparo con el Universo,
Y hacerle un bien al ser más perfecto,
Darle en ofrenda mi pecho
Es mejor recompensa
Que forjar un falso Cielo
Que más tarde o más temprano,
Por esconder en lo profundo estas verdades
Acabarán dándole forma
Al más oculto de los Infiernos
Y al más doloroso de los castigos
Eternos.
Andate con otro más inteligente,
Con alguien que sepa mantenerte.
Ese es mi consejo,
Consejo de un hombre
Que conserva fuertes su raíces
Pese a que en su sitio sólo engendraron
Una idiotez difícil de mover,
Y digna de temer.

LA MUJER PERDIDA

De temer, ciertamente,
Es esto que surge de mí
Y no lo esperaba.
No soy tu madre ni soy tu hermana
Y me urge abrazarte y besarte
Con ternura y consolarte
Con mi cuerpo olvidar
Que nada de vos me atrae,
Salvo quizás algo en tu sintaxis,
Que me dice que no hay tanta idiotez
Como la que se anuncia en tu consejo,
Por eso, dejame desoír lo hueco
De tu sugerencia,
Que el miedo no me espanta
Y la entrega a lo que venga
En mí yo aprecio.
Dejemos que nuestros cuerpos decidan
Y luego que el trabajo de mente defina
Si hemos de acompañarnos
Por ese breve tramo del camino
Que llaman vida.

EL HOMBRE LOCO

Pese a mi miedo al andar,
(Mi vida toda fue estática)
No me opongo a la idea
De tomarte de la mano,
De conducirme con los labios
A aquella región vertiginosa
De la que, según han comentado,
No hay retorno ni regreso,
Sólo el alivio de un final falso.

LA MUJER PERDIDA

Dejame hacer mío
El momento de consejo y decirte
Que valiente no es
Quien no ha visto miedos
Sino quien habíendolos visto todos
Jamás se vio amedrentado.

EL HOMBRE LOCO

Eco extraño,
Esas palabras llegaron tiempo ha
A mis oídos,
Mas siento que apenas hoy
Las he escuchado.
Con mi boca, con mis labios,
Con mis manos,
Dejame decirte
Que las he entendido.

LA MUJER PERDIDA

Amar quisiera que me ames,
Pero tus manos ociosas y lentas
Jamás me llegan.
Tenés que apresurarte, antes que arribe
El cambio de estación
A mis emociones.
Siento el otoño,
Ya el invierno,
Y sin provisiones dejaste
Mi cariño.

EL HOMBRE LOCO

¡Si coincidieran nuestros veranos!
¿No hay abrigo en mi deseo?
¿No hay paciencia en tu carácter?
¿Por qué me das esperanza un segundo
y al otro me la has quitado?

LA MUJER PERDIDA

Perdón si no contesto,
Pero mientras tu lamento te ha demorado,
Yo continué andando,
Y tu voz lastimera casi no oigo,
Casi tan lejos está
Como estuviesen tus manos
Cuando más las hube necesitado;
Que te duela mi silencio
Diez veces más
De lo que me dolió el tuyo.
No tengo tiempo,
No voy a parar
A consolarte,
Ya grande estás
Y no soy tu madre
Para acudir a tu llanto.
Mi mula me dice,
Ella me enseñó
Y yo aprendí:
El camino pasado,
Pisado, no olvidado,
No tanto revisado,
Jamás retomado.

EL HOMBRE LOCO

Tanto temo que tu mula
Me ha transmitido su saber,
Al punto que su paso mantengo tres pasos atrás,
Y, no pudiendo adelantarme,
Me veré obligado por siempre
A torturarme con la hermosa vista
De tus espaldas divinas.

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