lunes, septiembre 03, 2007

El último hombre con vida

por. Facundo Ezequiel

Me acechan las formas de las palabras, su parte abstracta, su esencia sonora que, pese a tomarme de las orejas para guiarme como si fuese yo un chico malcriado, pierde su sonoridad y se transforma en una energía magnética y aun visible. Son garras que me toman el pecho y me hacen sentir como la última persona viva en el mundo. ¿Podrían imaginarse la desesperación, la terrible tristeza que causa esa falsa seguridad de saberse el último de una raza finiquitada? Y si fuese tangible el dolor de la también falsa esperanza de que mis palabras no nazcan muertas, encontraría que mis manos, mis brazos, mi cuerpo en toda su extensión, no abarcaría la más mínima porción de esa oscura masa informe.
No puedo evitar llorar si veo que junto a mis torpes pies una sociedad entera, perfectamente organizada, lleva a cabo su humilde plan de vana supervivencia; si veo las aves aparejadas cantando o alimentando a su prole; no puedo evitar llorar si veo mis instintos negados en mi soledad. ¡Maldito sea el espejo de la vida natural! No hay sociedad ni pareja que me acoja en mi locura, y no soy más sensato por comprender mi estado; me urgen las ganas de aplastar toda vida, de destruir lo perfecto, de adaptar el mundo a mi patología... Y miro a mis torpes pies, y la tierra revuelta a su alrededor... y los cuerpecitos enroscados sobre sí, como chamuscados; los sobrevivientes, moviendo cuerpos, confundidos ante la desaparición de la entrada al hormiguero... No puedo evitar llorar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡Oh, Dios mío!!, ¿¿qué haremos ante tanta frustración por nuestras carnes??, soy alexmortis... mortis, muerte, muerto en vida como muchos... ¡¡oh, Dios mío!!!, ¡¡sólo tengo palabras... palabras... paroles... words... y gases mundanos con qué llenar el aburrimiento de nuestra especie...!! "sob..., sob..."