lunes, noviembre 30, 2009

Picazón

por. Facundo Ezequiel

Por supuesto que no quería verla,
pero tenía que hacerlo,
era algo así como
una picazón
detrás de los ojos,
entre las orejas.
Por más que parpadeara
o pusiera los ojos
en blanco cien veces
la picazón persistía.
No era muy bueno
en esas cosas pero
llamé y tartamudié
frases sacadas de
películas norteamericanas
hasta que cedió.

Mientras esperaba que
llegue, encendí un cigarro.
La mesera, una chica
gordita con un serio
problema de acné,
se me acercó :
“No puede fumar, señor”
dijo.
Era verdad, ni para eso
servía ya —no tenía
el estilo de Bogart.
Me disculpé y
lo apagué,
lamentando mi suerte.

Agarré un sobrecito de azúcar
y me puse a jugar con él.

La mesera me miraba mal
desde el mostrador.

Tomé un edulcorante también
y un par de servilletas.
Empecé a retorcerlo todo,
intentando darle la forma
de un dragón,
pero parecía más bien
una medialuna con patas.
Solté la cosa y
ni siquiera se
mantenía en pie.

Me puse a tararear
canciones que creía
haber oído
en algún momento,
de alguna manera.
La espera no era
lo mío,
tampoco.

Llegó 20 minutos tarde
y pude acordarme
dos cosas :
por qué quería verla y
por qué no quería verla más.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Joder me encanta como terminas lo que escribes :)

Facundo Ezequiel dijo...

bueno, gracias, un gusto ser de su agrado