martes, septiembre 09, 2008

Un despertar

por. Facundo Ezequiel

El día pestañeó y pude ver
que no estaba escondida la noche
y lo que podría haber sido un descubrimiento funesto
no fue más que el clarear a oscuras.
Fue triste ver que no hay blancos ni grises
pero fue consuelo entender que mi desgracia
no era particularmente desgraciada
ni se centraba en el gatillo de mi llanto
—hasta donde yo sabía,
aquella mujer también lloraba—
Todos íbamos de olvido a olvido
como del amanecer se va al crepúsculo,
del oscuro páramo de sensibilidad
a la noche pura de lo insensible
y, en medio, el decaer, la vida.

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