por. Facundo Ezequiel
Cuando me enamoré
surgían los Darío,
los Neruda,
los Lorca
de mi ingenuidad,
pero no era mi amor,
eran mis miedos infantiles
ahogándose
después de que los empujara
a la eléctrica
corriente
de la ciudad.
Y si se preguntan
por qué no hay
Lorcas o Nerudas o Daríos en BSAS hoy,
intenten atravezar la ciudad
para ver a una mujer y
después me cuentan.
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