por. Facundo Ezequiel
La lluvia está cerca.
En ese sentido, mi amigo,
soy más que baquiano :
rastreo la niebla en la mano
abarrotada de cualquier cristiano,
detecto relámpagos
en los mediodías más soleados
y veo los nubarrones negros
en ojos que creerías secos.
Ya ves que cada paso que doy
magnetizado por los rayos
lleva ese olor a humedad
que trae tantos recuerdos
pero ninguna felicidad.
La lluvia está cerca
pero ella ya no está.
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