por. Facundo Ezequiel
Terrible trébol de mis venas
que de mi angustia triste nace—
la suerte tiembla en mi pecho y yace
como lágrimas que un estanque besan
Ignoran las campanas al hereje redentor,
aquel que mide el cielo con sus acciones
y no reprime sus deseos ni visiones;
declaran las campanas al hereje vencedor
Juego entonces el diamante que me alimenta
y rezo sin fe a mi más querida estrella:
cada vez que mi alma flaca se sincera
mi esperanza tan solo le pertenece a ella
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