por. Facundo Ezequiel
Todas esas cabezas contritas
en los ojos de la ciudad
suplicándole al silencio
un poco de piedad
Si tan sólo fuésemos
un segundo más jóvenes
no sabríamos de la desdicha
nos olvidaríamos de la vida
pasearíamos los párpados plegados
buscando la luz de los otros
y siempre encontrando
Pero todos esos tontos
apoyados en los ventanales
no hacen más que rezar
para morir en paz
siempre esperando encontrar
la inmortalidad
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