por. Facundo Ezequiel
Estaba ansioso.
Desperté en la noche.
No quise dormir.
Cierta vez supe lo que era poesía
y sonreí satisfecho;
me dispuse a escribir unos versos,
pero, al casar la hoja con la pluma,
no nació de esa unión más que desilusión y desconsuelo.
Quise yo servir
a una causa justa :
decidí morir.
Sentí la culpa de quien desea una niña
para criarla como amante.
Bajé la vista de mi alta aspiración
y encontré a mis pies hundidos en el barro patibulario :
seré víctima de vacíos haikus.
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