Debo de ser un lector muy estúpido. La semana pasada, al leer Los Muertos (Dublineses, james Joyce), era un marido comparado por su mujer con un antiguo novio; ahora, al leer Crimen y Castigo resulto ser Raskolnikov, de más está decir las miles de personas que ya fui. ¡Qué maleable!
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