por. Facundo Ezequiel
Acá estoy
de vuelta,
acariciando
las esquinas
de mi
cuaderno barato
en un
trance en blanco,
más
despierto que nunca
mientras la
lluvia hace su trabajo
y yo
acostado,
mientras
todo,
y la
alfombra en la periferia de mis ojos
hace globos
y se eleva
como una
torta en el horno
y lo mejor
de todo:
NO ESTOY
INTOXICADO.
Quién sabe,
quizás
exista
esa cosa
y no sea
mala
la
felicidad.